Llega el invierno y el frío. Los ucranios pasarán el invierno sin luz, sin agua y sin gas. Solo tienen mantas para abrigarse mientras permanecen en los refugios a salvo de las bombas. Las temperaturas rozarán los 8 grados bajo cero.

La estrategia de Putin, destruyendo toda la red eléctrica del país es infringir el mayor daño posible a la población civil y esto se consigue con bombas, pero también dejando morir de hambre y frio a la población civil. Esto que podría ser el argumento de una película bélica sobre la Segunda Guerra Mundial que tantas veces hemos visto en los cines está ocurriendo en pleno siglo XXI en Europa, sin que nadie haya movido un dedo para evitarlo.

La guerra continúa, tras más de nueve meses de interminables y sangrientos combates, sin ningún atisbo de que se produzca un alto el fuego por ninguna de las dos partes ni de que se encuentre una solución negociada que ponga fin a tanto sufrimiento.

EEUU está dispuesta a negociar con Rusia, si Putin se retira de las zonas ocupadas, algo que no está en la cabeza del dictador ruso.

Ucrania seguirá defendiéndose de la agresión rusa mientras siga recibiendo ayuda económica y militar de Occidente. Si Occidente deja de suministrar esta ayuda podrían ocurrir dos cosas. La primera que Ucrania podría sentarse a negociar al verse debilitada económica y militarmente y la segunda es que Rusia vendería mejor ante la opinión pública su fracaso en la guerra.

La mediación internacional para detener la guerra debe venir de la mano de China y EEUU que hasta ahora han tenido una respuesta muy tibia.