Lo que le faltaba a Ciudadanos para apuntalar su caída definitiva era un enfrentamiento personal entre Inés Arrimadas y Edmundo Bal para ver quién de los dos manda en el partido. Cómo si eso a estas alturas de la película importara algo.

Poco ayuda a la formación naranja este ruido a menos de seis meses de unas elecciones autonómicas y municipales y con muchas candidaturas todavía por decidir.

Los trapos sucios se lavan en casa. El bochornoso espectáculo entre ambos líderes incapaces de ponerse de acuerdo en una lista conjunta de consenso, pone a la formación naranja en una situación más delicada de lo que ya estaba.

Ciudadanos que tuvo en sus manos cambiar el destino de este país, no supo aprovechar los 57 diputados que tenía en aquel momento.

La ambición personal de Albert Ribera que vio en aquellos resultados una oportunidad única para sobrepasar al PP y dar el “sorpasso”, le terminó pasando factura después al partido, cuyos votantes le dieron la espalda.

Ciudadanos surge en Cataluña para hacer frente al independentismo y consigue unos brillantes resultados electorales que le sitúan como el principal partido en Cataluña. El salto a la política nacional para ocupar el espacio de centro que había quedado huérfano despertó muchas simpatías entre un electorado cansado del bipartidismo y de las corruptelas políticas de los dos grandes partidos: PP y PSOE.

Ciudadanos aprovechó el descontento social de muchos ciudadanos que habían perdido la confianza en la política. Era un partido joven, dinámico, con gente muy preparada, muchos de los cuales no venían de la política sino de trabajos anteriores que nada tenían que ver con la política.

Querían poner en marcha un proceso de regeneración política que acabara con los privilegios de los políticos.

La idea inicial de Ciudadanos de actuar como un partido bisagra, aunque este término para algunos pueda tener connotaciones negativas, de pactar tanto a la derecha como a la izquierda, abría un abanico de posibilidades que lo hacían muy atractivo. Pero esto que podría haber funcionado, sobre todo para dejar fuera de las instituciones a los independentistas, no supo aprovecharse al máximo y pese a haber conseguido un fuerte poder territorial, como en Madrid, Andalucía, Murcia o Castilla y León, la realidad de hoy es que Ciudadanos, que personalmente creo que es un partido fundamental en la vida política española, está escribiendo ya su epitafio final.