La reforma de las pensiones en Francia que pasa de 62 a 64 años para un cómputo de 45 años puede acabar con un Gobierno, tras la pinza de la extrema derecha de Marine Le Pen y la extrema izquierda de Mélenchon.

En España, cuyo sistema de pensiones es inviable actualmente por la pirámide poblacional con una población cada vez más envejecida se ha llegado a un acuerdo entre el Gobierno y los sindicatos que no ha sido ratificado por la patronal ni por el principal partido de la oposición.

Un acuerdo que ha sido calificado de parche por el PP, pero que busca garantizar las pensiones del presente y del futuro, aumentando los ingresos sobre todo de aquellos que tienen los salarios más elevados.

En Francia donde gobierna la derecha, la respuesta social en la calle, arengada por los sindicatos con mucho más poder de movilización que en España y con la extrema derecha y la extrema izquierda, queriendo derrocar el Gobierno de Emmanuel Macron que ha superado in extremis dos mociones de censura, la decisión del presidente francés de aprobar la reforma de las pensiones mediante decreto, sin contar con el resto de los partidos políticos ha incendiado las calles de Francia y ha soliviantado a la oposición.

La reforma de las pensiones es un tema capital que requiere el consenso de todas las fuerzas políticas que en España fue posible gracias al Pacto de Toledo.

El neofascismo francés intenta conseguir mediante la extorsión y la violencia lo que no logra en las urnas, con la excusa de la reforma de las pensiones.

En España, los sindicatos domesticados, correa de transmisión del fascismo de ultraizquierda y del sanchismo, aplauden de forma ovina una reforma de las pensiones insostenible, impuesta sin consenso con las fuerzas políticas del Parlamento ni acuerdo de los agentes sociales.

Ya tomarán las calles cuando los votantes expulsen del poder a Sánchez y sus secuaces. (Del muro de Juanjo de la Iglesia)