El caso Errejón está dejando en un segundo plano el caso Ábalos con el presidente Sánchez y su mujer Begoña Gómez de viaje por la India. Pese a negar haber conocido o tener algún tipo de relación con el cerebro de la trama corrupta, el diario El Mundo, otro pseudomedio a ojos del presidente, publicaba una fotografía en portada, donde podía verse al presidente Pedro Sánchez con Víctor de Aldama, después de un acto de partido en 2019, donde Aldama ocupaba la tercera fila del teatro, una ubicación reservada a cargos del partido.
Sánchez sigue sin dar explicaciones y culpa a la maquinaria del fango de propagar bulos. Una táctica de defensa que ya no le funciona porque los hechos que vamos conociendo, acorralan cada vez al presidente del Gobierno.
La maquinaria de propaganda sanchista no ha tardado ni diez minutos en recordarle al PP la foto de Núñez Feijóo con el narco gallego Marcial Dorado. Una fotografía muy recurrente aunque hayan pasado más de 30 años que sacan del cajón cada vez que tienen ocasión para acallar las críticas contra Sánchez. Incluso el ministro Óscar Puente desde su cuenta de twitter animaba a subir a las redes sociales fotografías con famosos para restar importancia a la fotografía de Sánchez con Víctor de Aldama.
Mientras tanto a la izquierda del PSOE, eufemismo para no llamarla extrema izquierda, el socio de Gobierno, Sumar y la vicepresidenta segunda del Gobierno de España Yolanda Díaz de regreso ya de su viaje a Colombia, todos han estado muy viajeros estos días, tendrá que explicar, si como dice Podemos, tenía conocimiento de la presunta agresión cometida por Iñigo Errejón en 2023 durante un concierto en Castellón y por qué no solo no se actuó entonces contra el diputado de su formación sino que se le premió con la portavocía de Sumar.
Muchas preguntas y, de momento, ninguna respuesta. Más allá de reconocer los errores y la falta de implantación de los protocolos, las consecuencias políticas siguen sin asumirse.
Es evidente que la izquierda con todo este asunto queda my tocada y, sobre todo, el gobierno de coalición, que se presentó como adalid contra la corrupción y la defensa de los derechos de las mujeres bajo un gobierno progresista y aprobó una ley como la del “solo sí es sí” que ha dejado en la calle a violadores y ha rebajado las penas a los agresores sexuales, pero siguen dando lecciones desde su doble moral sobre igualdad y feminismo.