A falta solo de una semana para que se celebren las elecciones presidenciales en EEUU, las encuestas están muy reñidas entre los dos candidatos que aspiran al Capitolio: Kamala Harris y Donald Trump. El resultado final se decidirá en siete estados clave por un estrecho margen de votos, como ya ocurrió en los últimos comicios, cuya victoria de Joe Biden no fue reconocida por Donald Trump y algo parecido puede volver a ocurrir, si los resultados electorales no le son favorables. Solo reconocerá el triunfo, si el ganador es él, poniendo en riesgo de nuevo a la principal democracia del mundo.
Negar el triunfo del adversario político está en los genes de Donald Trump y del populismo que representa. Trump fiel a su trayectoria política ha protagonizado una campaña llena de insultos hacia Kamala Harris de la que dijo, entre otras muchas cosas, que era una “discapacitada mental”. Tampoco Hillary Clinton se ha escapado a los insultos del candidato republicano a la que llamó “asquerosa”.
El mensaje populista y antiinmigración ha dominado toda la campaña de Donald Trump frente a las propuestas económicas y sociales que ha lanzado la candidata demócrata, más preocupada por los problemas reales del país, como el derecho al aborto, la reforma del sistema judicial penal y de la sanidad o la lucha contra el cambio climático.
Harris que sustituyó a Joe Biden a pocos meses de las elecciones por problemas de salud tuvo un inicio de campaña, donde despertó muchas ilusiones entre los votantes, sobre todo, entre las mujeres y los más jóvenes por el mensaje que trataba de transmitir, sin embargo, cometió algunos errores de principiante en su debate electoral contra Trump que no se puede permitir una política experimentada como Harris, que antes de dedicarse a la política fue fiscal general de California.
Donald Trump que fue condenado por varios delitos, lo cual no le ha impedido presentarse como candidato a la presidencia de los EEUU, se presenta a estas elecciones como el único capaz de llevar la paz a Oriente Medio y de mediar para conseguir la paz en la guerra entre Rusia y Ucrania.
Entre sus propuestas económicas es partidario de subir los aranceles del 10% al 20% a los bienes de importación para defender la industria americana, medida que tendría unas pésimas consecuencias para la economía española, donde España es el sexto país de la UE que más exporta a EEUU. En 2022, España exportó a EEUU por valor de 20,8 millones de dólares.
En materia de Defensa, Trump plantea exigir a los socios de la OTAN, que destinen el 3% del PIB a gasto en Defensa, actualmente es del 2% pero, ni España que dedica el 1,3% ni otros países aliados como: Italia, Alemania o Francia, lo cumplen. Trump ha amenazado a los países que no contribuyan económicamente, Polonia y EEUU son los países que más presupuesto destinan a los gastos de Defensa, a dejarlos sin protección militar en caso de un ataque por parte de otro país.
Los países que forman la OTAN deberían diseñar una política de defensa europea común para no depender tanto de los EEUU.
Una hipotética victoria de Trump en las elecciones del próximo 5 de noviembre cambiaría el escenario de la guerra en Ucrania, donde Trump se ha posicionado a favor de recortar la ayuda militar y económica al régimen de Kiev, lo que dejaría a Putin más cerca de una victoria militar, con el consiguiente riesgo para los países vecinos.
En cuanto a Oriente Medio, EEUU siempre ha sido el principal aliado de Israel y con Trump en la Casa Blanca, Benjamín Netanyahu seguiría contando con el apoyo militar y económico de EEUU. En este sentido, poco importa quién sea el inquilino de la Casa Blanca.