En su intervención en el Congreso de los Diputados, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez no reconoció ningún error en la gestión de la dana por parte del Gobierno central y echó la culpa, sin mencionarlo expresamente, a Carlos Mazón. La Aemet y la Confederación Hidrográfica del Júcar, organismos dependientes del Gobierno,  informaron debidamente en tiempo y forma al Gobierno de la Generalitat. Todo dentro de lo previsible. Ningún error asumible a la gestión del Gobierno. Que el ejército llegara cuatro días más tarde de producirse la tragedia  no es responsabilidad suya , como tampoco lo es no haber decretado el estado de alarma, aunque sea una competencia autonómica. El resultado de tanta incompetencia son 222 muertos y 5 desaparecidos. Familias destrozadas, negocios perdidos, empresas arruinadas y unos pueblos que tardarán años en recuperarse y en volver a la normalidad. Un mes después de la tragedia muchos vecinos siguen reclamando ayuda, una ayuda que llega a cuentagotas. Los coches continúan apilados en enormes montañas de chatarra. Muchas plantas de garaje siguen inaccesibles por el lodo y el barro acumulado.

La mayor parte de las ayudas que ha aprobado el Gobierno no son a fondo perdido. Son avales o préstamos que los ciudadanos y las empresas tendrán que devolver más los intereses. No son ayudas directas y las pocas ayudas que hay están condicionadas a la aprobación de unos nuevos PGE.

La comparecencia del presidente Sánchez fue absolutamente previsible. Ninguna autocrítica ni siquiera para disculpar a la ministra de Defensa, Margarita Robles que se encaró con un tono desafiante a unos vecinos de Paiporta por la limpieza de unos garajes.

En la gestión de la dana ha habido un cúmulo de errores que ninguno está dispuesto a asumir. Mazón estuvo ausente en las horas más críticas y no decretó el estado de alarma. No se comunicó a los vecinos hasta pasadas las 8 de la tarde la alerta roja. La incompetencia de Mazón es manifiesta y su mala gestión ha costado muchas vidas humanas. Nadie entiende cómo a día de hoy no ha dimitido y sigue al frente de la Generalitat. Pero de la misma manera que hay que reprocharle al presidente de la Generalitat su mala gestión, también hay que exigirle al Gobierno central la tardanza en enviar al Ejército, todavía hoy son insuficientes los efectivos desplegados (8.000 de un total de 120.000) y el no haber tomado desde el primer momento las riendas de la situación con toda la información que se tenía en ese momento, decretando el estado de alarma. No se actuó de forma diligente ni por parte de la Generalitat ni por parte del Gobierno central.

Ni Sánchez ni Mazón han admitido errores y ambos se acusan mutuamente de la mala gestión. En el otro lado está el pueblo, que sí ha sabido estar a la altura de las circunstancias. La ayuda solidaria llegada desde muchos puntos de España y el enorme trabajo de los voluntarios es lo único positivo de toda esta tragedia, donde la clase política ha dejado mucho que desear.