Han pasado dos meses desde que el pasado 29 de octubre la dana se ensañó con furia con Valencia. 223 víctimas mortales y 3 desparecidos. Es el trágico balance en vidas humanas. Los daños materiales se calculan en 22.000 millones de euros. Casas inundadas, carreteras y puentes y destrozados, negocios perdidos, empresas que no volverán a abrir sus puertas. El panorama es desolador para las personas afectadas. No hay palabras para describir lo ocurrido. Las imágenes hablan por sí solas y los testimonios de las familias afectadas son absolutamente estremecedores.

Hoy domingo las calles de Valencia han vuelto a ser escenario, como cada 29 de cada mes, de una gran manifestación que ha reunido a 80.0000 personas para pedir la dimisión del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón que dos meses después de ocurrir la tragedia sigue sin explicar dónde estuvo las horas previas a la dana. Sin duda, hay más culpables, pero él es el principal responsable. Cesar a dos consejeras no es suficiente. La remodelación del Consell pasa por su dimisión. Los errores en política deben asumirse. No puede ser que después de esta terrible tragedia no se hayan asumido las responsabilidades políticas. Las penales serán los jueces quiénes las determinen.

Foto Levante EMV

No fallaron los sistemas de alerta ni los protocolos, como alega Mazón. Quién falló fue el propio Mazón por no estar en el puesto de mando cuando la situación lo requería, declarando el estado de alarma y avisando a la población porque esa era su responsabilidad y su obligación, como presidente de la Generalitat. El problema es que tenemos políticos mediocres que no saben actuar en situaciones excepcionales, como era el caso.

Mazón debe dimitir porque su desastrosa gestión el día de la dana le va a perseguir durante toda la legislatura y el resto de su vida. Dejar la reconstrucción de las zonas afectadas en manos de quién no supo actuar las horas previas a la tragedia no solo es peligroso, tampoco resulta convincente. Poner al frente de la reconstrucción a un militar, como el teniente general Gan Pampols en calidad de vicepresidente de la Generalitat Valenciana es reconocer su incapacidad para afrontar la refundación que comienza ahora y que va a llevar mucho tiempo.

Los informativos de esa misma mañana ya alertaban de la situación de riesgo por lluvias torrenciales, pero, además, están las alertas que comunicó la AEMET y de la CHJ que envió 198 correos a Emergencias el día de la riada. Mazón no puede seguir mintiendo, eludiendo sus responsabilidades. Ha dado un montón de versiones sobre un mismo hecho. Ahora dice que a la comida con la periodista no fue en calidad de presidente de la Generalitat sino como presidente del PP. Y se queda tan ancho.

Desde la Generalitat se desdeñó el peligro y no se avisó a la población, lo que hubiera evitado muchas muertes porque la riada  pilló a muchas personas en el coche o en las plantas bajas de sus casas. El torrente de agua, tras el desbordamiento del barranco del Poyo arrastró a coches con personas dentro que murieron ahogadas.

La dana fue un fenómeno natural que no se pudo evitar y que volverá a repetirse, pero sí se debería haber actuado de otro modo, avisando a la población de los riesgos.

El Gobierno central ante la incompetencia y la falta de respuesta por parte del presidente de la Generalitat, que es quién tiene las competencias en materia de Emergencias tenía que haber actuado, decretando el estado de alerta 3, asumiendo todo el mando y quitando todas las competencias a Mazón. No se hizo. La política no puede estar por encima de las personas.

Cuando llega el aviso a la población, pasadas las 8 de la tarde, los muertos ya se contaban por decenas. El barranco del Poyo ya se había desbordado. Actuar con diligencia en situaciones extremas, salva vidas. Pero para eso ha de haber personas competentes. El presidente de la Generalitat tenía ese día cosas más importantes qué hacer como fue recoger un premio o comer con una periodista. No canceló su agenda, pese a la gravedad de lo que estaba ocurriendo. No puede seguir en su cargo ni un minuto más por respeto a las víctimas y por dignidad, si es que todavía le queda algo.