Es importante diferenciar entre ambos términos porque no son lo mismo. El cazador ama la naturaleza y solo caza aquello que pueda cazar, respetando los cupos y los periodos de caza, garantizando con ello que las especies cinegéticas tengan asegurada su viabilidad. El matarife representa la anticacaza.

Cobrar los animales que se abaten en una cacería o batida sean perdices, conejos, muflones o jabalíes es una obligación de cualquier cazador, además de estar castigado por la ley, no hacerlo.

Algunos cazadores, aunque yo no los calificaría como tales sino de matarifes,  olvidan este principio básico en la actividad cinegética y antes que cargar con el animal al que han dado muerte y aprovechar su carne que es muy apreciada en la gastronomía, dejan el animal inerte en el campo. Normalmente esto ocurre en las batidas de jabalíes con las jabalinas y los machos que no son trofeo, aunque a veces les cortan la cabeza y dejan el resto para que se pudra en el monte.

Hace años coincidí con un cazador joven que mataba los conejos y no los recogía. Le llamé la atención, con poco éxito por cierto. Hace unos días fue un compañero mío en una batida en la que participaba quien se percató de que algunos animales no fueron recogidos.

En el caso de las batidas de jabalíes se puede dar la circunstancia de que por lo escarpado del terreno, como son los barrancos y zonas inhóspitas de difícil acceso sea imposible cargar con el animal abatido porque no se puede acceder con vehículos ni con ningún otro medio, pero en otras ocasiones se hace simplemente por desidia.

Abatir un animal en espera, batida o montería conlleva la obligación por parte del cazador o de quien organiza la cacería de recoger los animales abatidos que luego son aprovechados, tras el oportuno informe veterinario, como carne de caza, que suele ser muy apreciada, como es el caso del jabalí, el corzo, el venado o  el muflón. De la menor: la perdiz, el pato, el faisán, la codorniz o la paloma torcaz. En España cada vez es más apreciada la carne de caza y muchos restaurantes ya las incluyen en sus cartas. Hay jornadas gastronómicas dedicadas a este manjar. Los mayores consumidores son: Alemania, Suiza, Francia y Estados Unidos. El mayor productor es Nueva Zelanda.

Si a uno no le gusta la carne de caza puede regalarla, como hacen muchos cazadores, pero lo que no se debe hacer nunca es dejarla en el campo al albur de los depredadores.

Todas estas actuaciones por parte de los que se llaman cazadores, pero que yo los incluyo en el catálogo de matarifes, contribuyen con su comportamiento a que la caza tenga cada vez más detractores y mala prensa, siendo una actividad absolutamente necesaria para el control de las especies y motor económico de muchas regiones.