La ultraderecha alemana (AfD) ha duplicado sus votos respecto a los últimos comicios de 2021 y se convierte en la segunda fuerza política con el 19,5% de los votos. El conservador Merz será el próximo canceller de Alemania. La CDU ha ganado las elecciones con el 29% de votos. Los socialdemócratas obtienen los peores resultados de su historia con el 16% de votos y quedan relegados a ser la tercera fuerza política. Para formar Gobierno se barajan varias alternativas aunque la más probable es que se repita un gobierno de gran coalición entre conservadores, democristianos y socialdemócratas porque Alemania ya tiene experiencia en este tipo de coaliciones. Tres de los cuatro gobiernos de Angela Merkel fueron una “Grosse Koalition” o gran coalición que sufrieron un gran desgaste, sobre todo entre los socialdemócratas.

Los alemanes son capaces de llegar a acuerdos entre las diferentes formaciones políticas (democristianos, conservadores, socialdemócratas, liberales y Verdes) antes de que gobierne la extrema derecha.

En línea con lo que está ocurriendo en el resto de Europa y al otro lado del charco, la ultraderecha crece en número de votos y se convierten en una alternativa seria de Gobierno.

El fracaso de las políticas europeas sobre todo en materia de inmigración  y también de política económica ha disparado el voto ultra en toda Europa con discursos xenófobos y racistas sobre todo en el electorado más joven que es el que más se moviliza a la hora de votar.

La percepción en la opinión pública de que los partidos tradicionales no son capaces de dar respuesta a los problemas actuales (paro, vivienda, inmigración) ha llevado a que muchos jóvenes apuesten por los mensajes populistas y reaccionarios.

Todos los partidos ultras son profundamente antieuropeístas. Así que o Europa se pone las pilas o el proyecto de construcción europea, tal como lo entendemos en la actualidas, tiene los días contados.