España debe contribuir con un mayor gasto en Defensa, no solo porque es el país de la OTAN que menos dinero destina respecto a sus aliados sino porque la realidad geopolítica, tras la invasión de Ucrania y la victoria de Donald Trump en EEUU, obliga a ello, si queremos garantizarnos un periodo de paz.

El PP debe ponerse del lado del Gobierno y apoyar el plan de rearme europeo que pasa necesariamente por aumentar el gasto en defensa del 1,62% actual al 2% del PIB. Esa mayor inversión, evidentemente, se hará retrayendo dinero de otras partidas presupuestarias y engordando la deuda pública.

Una parte de los socios del Gobierno; ERC, EH Bildu y Podemos, son contrarios a que España gaste más en armamento. Del no a la OTAN, bases fuera; el discurso pacifista que mantiene la izquierda es el mismo, independientemente del contexto político y geopolítico del momento. La situación es hoy bastante más convulsa de lo que lo era en el año 86.

Tampoco la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz es partidaria de destinar más dinero a Defensa. Nuevo lío en el Gobierno en un asunto tan fundamental, como es la defensa y la seguridad de España.

Eduardo Serra, ministro de Defensa con el Gobierno de Aznar reconocía en una entrevista en un medio de comunicación, sentir vergüenza por no haber gastado más en Defensa.

La posición antimilitarista de la extrema izquierda es actuar de espaldas a la realidad. España debe garantizar su seguridad. Pensar que las guerras solo ocurren en países lejanos es un grave error.

Negarse a incrementar los gastos en defensa es dejar a España en una situación de vulnerabilidad ante cualquier agresión militar que pueda producirse. Es una obligación como país defender y velar por la seguridad de sus ciudadanos.

El contexto internacional, máxime después de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca,  ha cambiado radicalmente. Si EEUU sale de la OTAN o deja de prestar ayuda militar a sus aliados, dejaría a Europa en una posición muy delicada, expuesta a los desmanes imperialistas de cualquier sátrapa.

El mejor dinero gastado es aquel que se destina a garantizar la libertad y la democracia de los países.