¿Cumplirá el presidente de EEUU, Donald Trump su amenaza sobre los aranceles a los productos agrícolas europeos? Responder a esta pregunta es una gran incógnita porque lo mismo los pone que los anula, como ha ocurrido con México. En este sentido es imprevisible lo que vaya a hacer.

Trump busca amedrentar al adversario, en este caso la UE, en una posición de fuerza para después negociar. Esa bravuconería la vimos durante la visita de Zelensky a la Casa Blanca donde el presidente de Ucrania aguantó estoicamente la prepotencia de Trump y de su vicepresidente, JD Vance, mofándose ante la pregunta de un periodista. Ambos mostraron una falta de diplomacia total ante el presidente de Ucrania.

Es posible que esa estrategia le haya dado buenos resultados como empresario y le hayan convertido en un multimillonario de éxito en los negocios, pero de un presidente de un país y en este caso de la nación más poderosa del mundo, se espera otro tipo de talante y sobre todo otra forma de gobernar que no sea la de pisar al adversario.

En el caso que nos afecta, es decir, España, si finalmente decide gravar las importaciones con aranceles, sin duda tendría un efectivo muy negativo para productos como el aceite, el queso o el vino.

Otros como la almendra podrían verse beneficiados, si la UE impone aranceles a la almendra californiana, principal responsable de los bajos precios que perciben los agricultores españoles. España cuenta con una superficie de 760.000 hectáreas de almendros, con una producción cercana a las 375.000 toneladas.

En el caso de las bebidas alcohólicas anunció aranceles del 200% después de que la UE impusiera aranceles al whisky estadounidense.

La política arancelaria de Trump no solo generará una guerra comercial que nos aboca a un menor crecimiento económico y a una recesión mundial sino también tendrá un efecto negativo en el PIB americano.

Fortalecer la industria americana, limitando o encareciendo las importaciones, cerrándose al mercado internacional y aplicando una política proteccionista a ultranza tendrá consecuencias sobre el comercio mundial. La situación geopolítica con la guerra de Ucrania todavía sin resolver, la inestabilidad política de algunos gobiernos y con países como Alemania en recesión añaden un segundo factor de riesgo a la situación ya de por sí complicada.

En España tenemos un ejemplo cercano de lo que significó la política autárquica que aplicó Franco después de la Guerra Civil hasta mediados de la década de los cincuenta y que nos llevó a un aislamiento internacional y a un empobrecimiento de la población. Fue un auténtico fracaso.