El PP ha cavado su propia tumba, tras el pacto alcanzado con Vox para sostener política y judicialmente a Carlos Mazón que hasta que deje la presidencia de la Generalitat tiene la condición de aforado y solo puede ser juzgado por el Tribunal Supremo y no por los tribunales ordinarios, como el resto de los ciudadanos. Una estrategia política para salvar su cabeza.
Ganar tiempo no le va a servir de nada.
El PP va a tener muy complicado renovar la confianza de los ciudadanos en la Comunidad Valenciana. Mazón ha traicionado el ideario de un partido de centro derecha, de corte liberal, como es el PP, con la única intención de seguir aferrado al poder.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez lo ha hecho pactando con ERC, EH Bildu y Junts, a pesar de que dijo por activa y por pasiva que jamás pactaría con el independentismo y con aquellos que quieren romper España y Mazón ha hecho lo propio con Vox, alejándose del discurso europeísta que siempre han defendido los populares. Para mí es la misma traición.
Mazón no tardó ni 24 horas en llegar a un acuerdo con Vox nada más conocerse el resultado de las elecciones autonómicas frente a otros dirigentes políticos del PP como el murciano, López Miras que se negó a gobernar en coalición con Vox.
Feijóo que llegó a la política nacional con una imagen de hombre moderado y tolerante, tras cuatro mayorías absolutas en Galicia y sustituir en el liderazgo del PP a Pablo Casado, tras su enfrentamiento con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha cambiado de discurso para acercarse a Vox y sacar adelante los presupuestos. Da igual ceder en inmigración o Pacto Verde. Santiago Abascal celebraba el acuerdo que allana el camino a los voxistas para replicarlo en otras CCAA, gobernadas por el PP. Vox que parecía muy tocado por la crisis abierta en el Ayuntamiento de Valencia, con la expulsión de dos de sus concejales, Juanma Badenas y Cecilia Herrero, y que había roto los pactos de Gobierno a nivel autonómico con los populares vuelve a la actualidad política con más fuerza que nunca y salvando de nuevo a Carlos Mazón, como ya hicieron cuando se planteó la cuestión de confianza, votando en contra.
Mantenerse en el poder a cualquier precio, incluso traicionando a los votantes que les dieron su confianza. En eso se ha convertido la política. No hay principios ni moral. Se han traspasado todas las líneas rojas que antes actuaban de muro de contención. La mentira se ha convertido en una herramienta de poder en la política para hacer lo contrario de lo que se promete y que, además, se acepte con absoluta naturalidad, alegando cambios de opinión.
Mazón podrá alargar su agonía y con ello llevarse al PP por delante, le da absolutamente igual, pero más pronto que tarde tendrá que rendir cuentas ante los ciudadanos que son los que tienen la última palabra.
A Alberto Núñez Feijóo le ha faltado la determinación y la entereza que se espera de un líder político para gestionar la crisis abierta en el PP valenciano. No ha estado a la altura de las circunstancias.