Escuchar el testimonio de las víctimas que han perdido a familiares durante la dana es desgarrador. Nadie puede permanecer impasible ante estos testimonios de dolor e impotencia. Nadie que tenga un mínimo de corazón.
Las víctimas son lo primero y no pueden estar permanentemente en la disputa política. Ha ocurrido con las víctimas del terrorismo etarra que siguen siendo utilizadas a pesar del fin de ETA y está pasando también con las víctimas de la dana. No se puede instrumentalizar el dolor.
La tragedia que han vivido estas familias requiere reparación y justicia. Cinco meses después de esta catástrofe queda todavía mucho por hacer. Muchas viviendas de las zonas afectadas siguen sin ascensor, lo que complica la situación de las personas con movilidad reducida, algunas de las cuales siguen sin poder salir de sus viviendas. La tarea de la reconstrucción debe ser la prioridad y en esa labor deben estar involucradas todas las administraciones.
La manifestación de este pasado 29 de marzo, la sexta que se convoca con una masiva participación ciudadana pidiendo la dimisión de Mazón, constata la indignación de un pueblo, como el valenciano, harto de la incompetencia de unos políticos que siguen aferrados al poder, sin asumir sus responsabilidades políticas y, sobre todo, sin el más mínimo atisbo de sensibilidad ante este gran drama humano que se ha cobrado la vida de 224 personas y ha provocado innumerables daños materiales.
Mazón que dijo que él sí tenía lo que había que tener por haber pactado con Vox los presupuestos a diferencia de Pedro Sánchez, demuestra muy poca valentía no asumiendo sus errores.
El presidente de la Generalitat sigue desaparecido, sin pisar la calle, sin atender a los medios de comunicación, con las víctimas ha tardado cinco meses en reunirse, y sin decir en ningún momento la verdad.
La continuidad de Mazón es el peor ejemplo de la política entendida como servicio público.