Ione Belarra ha decidido, casi suplicado, que sea Irene Montero, cuyo trabajo parlamentario en Bruselas ha sido más bien escaso, por no decir nulo, quien encabece la lista de Podemos en las próximas elecciones generales. La única intervención que se le conoce a la ex ministra fue cuando la vicepresidenta del Parlamento europeo, la obligó a quitarse el pañuelo palestino para cumplir con las normas de la cámara que a diferencia de España allí sí se cumplen.
Las caras de los dirigentes de Podemos cuando Belarra anunció la candidatura de Irene Montero eran todo un poema y no precisamente de alegría desbordada.
Belarra cree que la ex ministra de Igualdad, cuya ley del sí solo es sí, ha provocado la reducción de penas a más de un millar de violadores y pederastas y la excarcelación de más de un centenar de agresores sexuales, es la única capaz de parar los pies a Donald Trump. En EEUU deben estar temblando por si Irene Montero es la próxima presidenta de España. De momento, las encuestas la sitúan por detrás del PP, PSOE, Vox y Sumar. Mucho tendrá que esforzare Montero si quiere dar un vuelco a las encuestas. Ahora mismo, tiene muy complicado superar a Sumar y mantener los 5 escaños con los que cuenta en el Congreso de los Diputados. No ha habido ninguna autocrítica en Podemos, tras el derrumbe electoral de la formación morada que ha pasado de 71 a 5 escaños.
Yo duermo más tranquilo porque con Irene Montero al frente del Gobierno de España no habrá guerras en el mundo. Se acabará el hambre y la miseria. No habrá desahucios. Todos seremos felices. Los jóvenes tendrán acceso gratis a la vivienda, no habrá que pagar por los alquileres y habrá una renta vital garantizada para todos los españoles. Netanyahu se retirará de Gaza y devolverá a los palestinos todos los territorios ocupados por Israel, cumpliendo con todas las resoluciones de la ONU. Trump anulará los aranceles. Putin volverá a ser un socio de referencia en Europa y Maduro volverá a ganar las elecciones en Venezuela. Y todo gracias a Irene Montero. No sé cómo no hemos pensado antes en la dirigente de Podemos para acabar con todos los problemas que asolan el mundo. Lástima porque ha sido miembro del Gobierno de España (miembra en lenguaje inclusivo) y no ha hecho nada para erradicarlos. Más bien al contrario, aprobando una ley que ha dejado más indefensas a las mujeres frente a violadores y pederastas. Durante su etapa como ministra de Igualdad fue cuando más casos de violencia machista se registraron en España con 32.644 casos en 2022 y cuando más muertes por violencia de género se produjeron en nuestro país. Como europarlamentaria no se le conoce nada de relevancia. Lo que sí sabemos es lo que nos cuesta su cargo. Cerca de 10.000 euros al mes por no hacer nada. Ni Pablo Iglesias ni Irene Montero han renunciado a estos emolumentos, pese a decir que era una vergüenza cobrar 8.000 euros cuando la gente cobra el salario mínimo.
Podemos perdió una oportunidad histórica de ocupar el espacio a la izquierda del PSOE, eufemismo que se emplea para no llamarlo extrema izquierda. Las guerras internas entre sus dirigentes han desarbolado un proyecto político que generó mucha ilusión, sobre todo, entre los jóvenes y las clases populares. El Movimiento del 15-M que lideró Podemos y que llevó a cientos de ciudadanos a salir a la calle para mostrar su indignación forma parte de la historia política de nuestro país.
Nacieron contra la casta política y el bipartidismo. Vinieron con ínfulas de regenerar la política nacional, de asaltar los cielos, pero el caudillaje que ejerció Pablo Iglesias y que sigue ejerciendo en la sombra, han llevado al partido a emular los defectos que tanto criticaron.
Su cercanía y defensa de regímenes totalitarios como Cuba, Bolivia o Venezuela convierten a Podemos en el único valedor de las dictaduras latinoamericanas. Es un movimiento populista de extrema izquierda, de ideología marxista, que defiende la abolición de la propiedad privada y la dictadura del proletariado.
Podemos ha redoblado sus ataques al Gobierno después de la salida de Irene Montero del Gobierno de Sánchez y nunca se ha comportado como un socio de fiar.
El discurso que han defendido sobre el feminismo y del que han hecho su principal reivindicación ha quedado absolutamente desautorizado cuando dos de sus miembros fundadores (Errejón y Monedero) han sido imputados por presuntas agresiones sexuales. Mientras predicaban una cosa, hacían la contraria.
Sus proclamas antibelicistas, llamando a Pedro Sánchez “el señor de la guerra”, entiendo que Putin es el señor de la paz, su buenismo ante la actual situación geopolítica que obliga a todos los países a gastar más en defensa, ahora seguridad, porque existe un riesgo real de amenaza, sitúan a Podemos fuera de la realidad internacional y, por supuesto, nacional.