El Premio Nobel de la Paz otorgado a la líder opositora venezolana María Corina Machado representa un reconocimiento a la dignidad, a la lucha por la democracia y a los valores de un pueblo que busca salir del aislamiento internacional al que ha sido sometido por el presidente venezolano Nicolás Maduro que adulteró el resultado de las elecciones presidenciales que ganó la oposición para perpetuarse en el poder. Un fraude electoral en toda regla. Un presidente ilegitimo como han reconocido todos los organismos internacionales y todos los países, menos José Luis Rodríguez Zapatero y la extrema izquierda española, cuyos tuits en las redes sociales no dejan lugar a dudas sobre el apoyo de estos partidos a las dictaduras de Latinoamérica. El propio Pablo Iglesias que ha acusado a Machado de “golpista” ha dicho que el galardón se lo podrían haber dado a Hitler a título póstumo. En términos parecidos se han expresado Ione Belarra, Juan Carlos Monedero o Pablo Echenique.

La incansable lucha de la oposición para denunciar los abusos de poder del chavismo en Venezuela ha sido finalmente reconocida con este merecido galardón internacional que pone entre las cuerdas al régimen de Maduro que se niega a aceptar la voluntad popular expresada en las urnas y a facilitar un tránsito pacífico hacia la democracia.

El galardón llega en un momento de gran tensión con EEUU, después de que el presidente estadounidense, Donald Trump haya ordenado el ataque en el Mar Caribe a dos supuestas narcolanchas que ha dejado varias víctimas mortales. Este episodio ha incrementado la presión internacional sobre el régimen de Nicolás Maduro, que ya enfrenta múltiples acusaciones por vínculos con el crimen organizado y el tráfico de drogas.

Este reconocimiento hace justicia a quienes han luchado por la democracia en Venezuela frente a la tiranía de un régimen autoritario como el que representa Nicolás Maduro, cada vez más aislado en la esfera internacional y que solo cuenta con el reconocimiento de países de la órbita comunista como Corea del Norte, Cuba, Honduras, Bolivia o Nicaragua.

El pueblo de Venezuela, al que nos une una profunda amistad y solidaridad, ha demostrado una resistencia admirable frente a la opresión y la injusticia, manteniendo viva la esperanza de recuperar la democracia y la libertad en su país.

Este es también el anhelo de muchos españoles que seguimos defendiendo la libertad y la democracia y que celebramos este reconocimiento como un símbolo de justicia y esperanza para toda América Latina.