A nadie debería sorprenderle lo que ha dicho Pablo Iglesias sobre “reventar” a la derecha y “purgar a jueces y periodistas”. Este tipo de declaraciones no son nuevas en él.
Hace tiempo escuché al expresidente del Gobierno José María Aznar una frase con la que no puedo estar más de acuerdo. “Si algún día Pablo Iglesias llega a ser presidente del Gobierno, yo estaría en la cárcel”. Y no solo Aznar , cualquiera que no piense como Pablo Iglesias ,que después de su paso por el Gobierno, le pide ahora Pedro Sánchez agallas para “reventar a la derecha”. No sé si lo dice en términos metafóricos porque este mismo sujeto- a quien Sánchez lo llevó a la categoría de vicepresidente segundo del Gobierno de España-, llegó a afirmar que el derecho a portar armas es una de “las bases de la democracia”.
El mismo tipo que hacía campaña por la enseñanza pública y lleva a sus hijos a un colegio privado; que alentaba a la “okupación de viviendas”, pero se compró un casoplón; o que defendía escraches contra adversarios políticos- jarabe democrático, lo llamaba-, pero tiene su casa rodeada de guardias civiles para que no le acosen ni a él ni a su familia.
Cadenas de televisión y emisoras de radio, tertuliano habitual en la Ser, siguen dándole cancha a un personaje que, si por él fuera, dejaría fuera a más de la mitad de la profesión periodística, cerrando medios de comunicación.
Purgas en la justicia y en los medios para un control absoluto del Estado. Puro comunismo.
En una mesa redonda celebrada en Oviedo, el cofundador de Podemos con un lenguaje cercano al guerra civilismo, habló de pelotones de fusilamiento, le pedía a Sánchez un nuevo acuerdo de Gobierno “valiente para llegar donde sea necesario”.
Eso sí, que no cuenten con su formación para aprobar los PGE, donde Sánchez se juega la legislatura. Podemos solo ha apoyado el embargo de armas a Israel. Ha votado en contra de todas las iniciativas parlamentarias del Gobierno, también en la reforma laboral.
Un socio con el que se puede confiar, como ha demostrado, pese a tener varios ministros en el Gobierno. A Irene Montero, que como ministra de Igualdad hay que atribuirle la ley “del solo sí es sí”, que dejó en libertad a más de un centenar de personas y rebajó las penas en más de un millar de casos a pederastas y violadores.
La culpa, según Montero, no es de la ley sino de los jueces que la aplican. Los magistrados que archivaron los casos de Podemos, según su criterio, son buenos. Pero cuando las sentencias son otras, entonces los jueces hacen política y aparece ese término “lawfare” con el que quieren cargarse la independencia del poder judicial, uno de los pilares del estado de Derecho.