Es una auténtica vergüenza cómo actuó la clase política al día siguiente de la tragedia del 29-O, cuando todavía había cuerpos por recuperar y los muertos se contaban por centenares.
Mientras PSOE, Podemos y Sumar se repartían el Consejo de RTVE para controlar el ente público, miles de valencianos se debatían entre la vida y la muerte tras la mayor catástrofe que ha sufrido Valencia en décadas.
La vida política continúo en el Congreso de los Diputados como si tal cosa, ajena al dolor de las víctimas y sus familiares. La propuesta de los populares de suspender el pleno no salió adelante y la presidente del Congreso siguió con la actividad parlamentaria, que por respeto a las víctimas debería haberse suspendido.
Podemos hablar también de la responsabilidad de Carlos Mazón y su negligente gestión el día de la dana, y de su obligación moral y ética, si es que aún existe algo de eso en la política, que lo dudo, de haber presentado su dimisión al día siguiente.Pero lo cierto es que la clase política de este país no estuvo a la altura de las circunstancias cuando cientos de valencianos perdían la vida. Del mismo modo que tampoco lo estuvo durante la pandemia, cuando algunos desalmados aprovecharon aquella tragedia para hacer negocio con la venta de material sanitario, como las mascarillas, mientras morían ancianos en las residencias.
Los ciudadanos merecemos una clase política que esté a la altura, que muestre unidad y colaboración, independientemente de las siglas políticas, ante una tragedia como la que asoló Valencia el 29-O y que dejó un dolor irreparable y cuantiosos daños materiales. Familias que lo han perdido todo: su trabajo, sus empresas y, lo más importante, a sus seres queridos.
Dolor e indignación es lo que sienten las víctimas ante la mediocridad de una clase dirigente que, en momentos de extrema dificultad, sigue sin saber actuar.
Frente a esta falta de humanidad, empatía y valores, vemos a políticos de uno y otro signo que utilizan el sufrimiento ajeno para sacar rédito electoral. No les escuchamos propuestas para evitar que algo así vuelva a ocurrir porque, un año después, no se ha hecho absolutamente nada en materia de inversiones hidráulicas o limpieza de cauces. Todo sigue igual que estaba un año después de la tragedia. Lo único que ha avanzado es la disputa política para pedir la cabeza de Carlos Mazón, como si fuera el único responsable. Seguimos enzarzados en cuestiones baladíes e irrelevantes, como si lo importante fuera si Carlos Mazón acompañó o no al parking a la periodista Maribel Villaplana tras la comida en El Ventorro, o si, antes de acudir al Cecopi fue a su casa a ducharse.
¿De verdad este es el nivel de nuestros representantes públicos? Quiero creer que no