Hace justo un año cuando se produjo la dana que acabó con la vida de 229 personas, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón tendría que haber presentado su dimisión y asumido sus responsabilidades políticas por la inacción e incompetencia de su gestión en las horas más críticas de la tragedia cuando centenares de valencianos morían ahogados en sus casas o plazas de garaje cuando iban a rescatar sus coches. Nadie les advirtió a tiempo de que sus vidas corrían un peligro inminente.

El día del funeral de Estado por las víctimas quedó patente el dolor y la indignación. Algunos familiares declinaron asistir al acto porque las presencia de Mazón les recordaba aquellas horas angustiosas en las que el presidente lejos de estar con los valencianos se encontraba de comida en El Ventorro, otros fueron a pesar de todo con el corazón roto y allí pudimos escuchar el sentir y el dolor de muchos familiares que perdieron ese día a sus seres queridos: padres, hijos, hermanos, sobrinos,.. Nadie les ha pedido perdón después de aquella terrible tragedia.

La cara de Mazón aquella tarde, mientrasescuchaba cómo los familiares le reprochaban que dejara abandonados a los valencianos reflejaba el gesto de alguien consciente de que su liderazgo está profundamente cuestionado por  una parte significativa de la sociedad valenciana,  no solo en la izquierda sino también entre los votantes del PP, donde una reciente encuesta de este mismo periódico reflejaba que más del 61% de los valencianos considera que Mazón debería dimitir.

Para muchos ciudadanos, el tiempo de Mazón se acaba. Y lo hace de la peor manera posible: aferrado al cargo, rechazando toda responsabilidad política y derivando las responsabilidades en otros dirigentes políticos, pese a las numerosas manifestaciones que, cada día 29, recorren las calles de Valencia exigiendo su dimisión.

La decisión de dimitir corresponde únicamente al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón y no a Alberto Núñez Feijóo, como se le ha exigido. Sin embargo, no sería la primera vez que la dirección nacional del Partido Popular opta por intervenir ante una situación que daña políticamente al partido. Basta con recordar cuando Mariano Rajoy presionó al ex presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps para que dimitiera en plena tormenta por los casos de corrupción que golpeaban al PP valenciano. Y Camps, finalmente dimitió.

Ahora, un año después de la tragedia del 29-O, empiezan a escucharse voces dentro del partido —y también entre analistas políticos y cabeceras de periódicos— que apuntan a un posible relevo en la Generalitat. El nombre que suena con más insistencia es el del hasta ahora presidente de la Diputación de Valencia, Vicent Mompó. Una señal inequívoca de que el malestar interno también crece.

Mazón no puede seguir viviendo de espaldas a la realidad. Dando cada día una versión diferente sobre dónde estuvo la tarde del 29-O.Le hemos escuchado decir cada día una cosa y la contraria. La ciudadanía tiene derecho a saber qué ocurrió y cuál fue el nivel de información del president en las horas más críticas.

 La declaración ante la jueza que instruye el caso de la periodista Maribel Vilaplana podría arrojar algo de luz sobre esas horas tan críticas y aclarar si Mazón estuvo o no al tanto de la gravedad de la situación desde el primer momento. Lo que está en cuestión no es solo dónde se encontraba, sino si se actuó con la diligencia y la responsabilidad exigibles en una emergencia de tal magnitud.