En todas las hecatombes aparece un salvador. Un mesías. Esta vez ha sido José María Aznar, el mismo que consiguió tener a todo su gobierno imputado en casos de corrupción, 12 de un total de 14 ministros, con Rodrigo Rato, a la sazón vicepresidente del Gobierno de Aznar y ministro Economía, a quien se le atribuyó el milagro de la recuperación económica y cuya herencia envenenada ha recibido Mariano Rajoy, se ofrece ahora a reconstruir el centro derecha aunque nadie le ha llamado para tal fin.

El mismo que desde el primer momento que designó a Rajoy para sucederle, sin primarias de por medio mediante el dedazo ha hecho todo lo posible para derribarlo políticamente. Y en cierta manera lo ha conseguido. Estos días Mariano Rajoy confirmaba que se retira de la política y abandona la presidencia del PP. Con un PP dividido y fragmentado en varias corrientes internas se abre la veda para el nuevo candidato o candidata. Se barajan varios nombres: Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, Ana Pastor y Alberto Núñez Feijóo. A priori el que más opciones tiene de suceder a Mariano Rajoy como nuevo líder de la derecha española.

Aznar, el mismo que hablaba catalán en la intimidad, que llamó a la banda terrorista ETA, Movimiento Vasco de Liberación, en plena negociación con los terroristas, pese a criticarlo cuando lo hacían otros y que de un tiempo a esta parte dedica su tiempo libre a escribir panfletos liberales y a dar conferencias por medio mundo- siempre que ha salido de España lo ha hecho para despotricar de la situación política en nuestro país y de su propio partido. Un auténtico patriota.

El señor Aznar, que siempre ha permanecido en la sombra, poniendo palos en las ruedas, quiere presentarse ahora como el gran valedor del centro derecha y recomponer su partido, que empezó a resquebrajarse siendo él presidente del Gobierno.

El lodo que arrastra el PP viene de lejos, concretamente de la etapa de Aznar. No es de ahora ni mucho menos. La nula beligerancia del PP para luchar contra la corrupción que prefería mirar hacia otro lado antes que limpiar el partido a fondo le ha pasado finalmente factura.

Si el esperado cambio que debe afrontar el PP de regeneración democrática, de recuperación de valores y principios va a venir de la mano de José María Aznar, mal comienzo.