La microbiota intestinal está conformada por una serie de microorganismos que alberga nuestro intestino. Hasta hace muy pocos años se pensaba que estos microorganismos lo único que hacían era aprovecharse de nosotros, e incluso, nos predisponían a tener enfermedades.

Ahora sabemos que esto no es así, sino todo lo contrario. Estas bacterias producen determinados metabolitos que, una vez introducidos en la corriente sanguínea, afectan al funcionamiento de órganos no relacionados con elaparato digestivo, como el corazón, los pulmones e incluso el sistema nervioso central.

Y también influyen en la obesidad. En un estudio realizado con ratas libres de gérmenes, a las que se les inoculó flora intestinal de personas obesas, y de personas delgadas, se observó que, manteniendo las condiciones de alimentación y movimiento en ambos grupos por igual, las ratas con heces de personas obesas engordaban y las inoculadas con heces de individuos delgados, se mantenían en su peso.

Ante estas evidencias científicas el desarrollo de medicamentos probióticos que favorecen nuestra flora intestinal se ha convertido en una de las apuestas de la investigación farmacéutica.

El camino a recorrer no es fácil porque las mejores bacterias que hay en la biota, son también las más pequeñas y con menos material genético. Así, cuando se trata de cultivarlas en el laboratorio no son capaces de crecer si no es con la ayuda de otras bacterias con las que enlazar sus funciones genéticas y sobrevivir.

A pesar de ello, ya se dispone de probióticos en las farmacias que aportan aproximadamente una decena de tipos de bacterias, aunque en nuestro intestino albergamos unos 160 tipos de estos microrganismos.

Así, una investigación del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha permitido el desarrollo de un probiótico de nueva generación que permitirá prevenir de forma eficaz las complicaciones metabólicas de la obesidad.

El proyecto, financiado por la Agència Valenciana de la Innovació (AVI) y donde participa el Instituto Tecnológico de la Industria Agroalimentaria (AINIA), consiste en la valorización de una bacteria aislada de la microbiota intestinal de individuos delgados que se asociada a un fenotipo metabólico saludable en estudios epidemiológicos.

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Los estudios que se han realizado hasta la fecha ofrecen resultados prometedores porque actúa a través de dos mecanismos de acción. Por un lado, reduce el apetito y, por otro, normaliza las alteraciones inmunológicas asociadas a la obesidad y que, a menudo, derivan en otras enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2 y las patologías cardiovasculares.

Efectos positivos para la salud

En ensayos preclínicos realizados en un modelo de obesidad, la administración de la bacteria ha demostrado ser capaz de reducir la ingesta de energía y el peso y grasa corporal, así como las alteraciones metabólicas asociadas a la obesidad, como la hiperglucemia y la intolerancia a la glucosa y, también, reduce la inflamación intestinal y sistémica que conduce al desarrollo de patologías crónicas.

Superados los primeros seis meses de ejecución, el equipo científico ya ha demostrado la seguridad de la bacteria, ha elevado la producción a escala de laboratorio y ha seleccionado un sistema de micro encapsulado para mejorar su estabilidad y vida útil.