Después de más de un año de batalla, Asia, Europa y América del Norte, gracias a la vacunación, parece que empiezan a controlar la pandemia de COVID-19.

Las cifras de contagios y fallecidos han ido cayendo de manera paulatina en los últimos meses hasta llegar, en el caso de España, por ejemplo, a contabilizar mejores cifras de las registradas hace nueve meses.

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No se sumaba tan bajo número de fallecidos desde agosto de 2020.

Una circunstancia que no es compartida en todo el globo. América latina ve cada semana superar las cifras de contagios y fallecidos de las anteriores y África, en su caso, muestra cómo las posibilidades de sobrevivir al virus en el continente son infinitamente inferiores a las del resto del mundo.

Y eso, aún cuando las cifras de contagios son muy reducidas en el continente africano en comparación con el resto de continentes.

Un estudio publicado por la prestigiosa revista científica The Lancet muestra cómo la tasa de mortalidad en África a causa de la COVID-19, cuando el estado del paciente es grave, se sitúa por encima del 48% en comparación al 31’5% de la media mundial.

Unas cifras que alertan a la publicación a pensar que un nuevo estallido de la pandemia de SARS-CoV-2 en África podría suponer un colapso del sistema y un enorme aumento del número de fallecidos: «si el coronavirus empieza a propagarse más rápido en África, como lo ha hecho en otros lugares del mundo, este hallazgo sugiere que el número de muertos podría empeorar», señala el equipo de Investigadores del Estudio Africano de Resultados de Cuidados Críticos Covid-19.

El estudio, llevado a cabo en 64 hospitales, relativamente bien equipados, de diez países africanos diferentes, involucró a pacientes de una edad promedio de 56 años.

Problemas de capacitación

Si bien es cierto que existen hospitales, como los referenciados en el estudio de The Lancet, que están equipados con tecnología potente, la falta de mantenimiento y la inexistencia de profesionales capacitados para ponerlos en uso, dificulta y mucho la supervivencia de los pacientes más graves de COVID-19.

«Es común en África tener equipos costosos que no funcionan debido a un mantenimiento deficiente o la falta de recursos humanos capacitados», señala The Lancet.

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Sirva como ejemplo el hecho de que cuando era necesario colocar al paciente boca abajo para ayudarles a respirar, ésta práctica solo se llevó a efecto en uno de cada seis casos.

Pero hay más. El ECMO, la máquina que sigue salvando vidas gracias a que es capaz de proporcionar soporte cardíaco y respiratorio durante varios días, y que está disponible en el 16% de los hospitales africanos participantes en el estudio observacional de The Lancet, solo se ofreció a menos del 1% de los pacientes.

Y aunque según la investigación hay pocos datos capaces de explicar los motivos, la mitad de los pacientes que fallecieron a causa de la COVID-19 nunca recibieron oxígeno.

Las mujeres menos protegidas del mundo

El estudio se ha preocupado también por analizar la situación de las mujeres africanas en relación a los fallecimientos por COVID-19.

En el resto del mundo, son los hombres los que más probabilidades tiene de fallecer.

Sin embargo, en África, es el sexo femenino quien arrastra los mayores índices de fallecimiento.

Explican esta circunstancia los expertos de The Lancet por la existencia de «barreras para acceder a la atención y limitaciones o sesgos en la atención cuando están gravemente enfermas».

África se enfrente, una vez más, a un reto sanitario enorme que vuelve a mostrar a las claras las enormes diferencias que existen entre los países más ricos, y con más recursos, y los que tienen una mayor limitación de origen.