La calidad del aire en una oficina puede tener un impacto significativo en los tiempos de respuesta y en la capacidad de concentración de los empleados.

Así se desprende de un estudio que relaciona las altas concentraciones de PM2,5 y CO2, habituales en los ambientes interiores, con una menor precisión cognitiva.

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Esta investigación ha sido dirigida por la T.H. Chan School of Public Health de la Universidad de Harvard y se encuentra publicada en la revista científica Environmental Research Letters.

La capacidad cognitiva, a prueba desde el móvil

Para comprender mejor el problema, el equipo de investigación reclutó a más de 300 oficinistas en ciudades de China, India, México, Tailandia, Reino Unido y Estados Unidos.

Todos los participantes tenían entre 18 y 65 años, trabajaban al menos tres días a la semana en un edificio de oficinas y tenían un puesto de trabajo permanente.

El espacio de trabajo de cada uno estaba equipado con un sensor ambiental que controlaba en tiempo real las concentraciones de PM2,5 y CO2. También media la temperatura y la humedad.

A los participantes en el estudio se les pedía, a través de una aplicación en el teléfono, que participaran en distintas pruebas o encuestas a horas preestablecidas

De igual manera, también aparecía el aviso en el móvil cuando los sensores ambientales detectaban niveles de PM2,5 y CO2 muy altos o muy bajos.

En total, se sometieron a dos tipos de pruebas:

Se utilizaba para evaluar la velocidad cognitiva y el control inhibitorio, es decir, la capacidad de concentrarse en los estímulos relevantes cuando también hay estímulos irrelevantes.

El estudio descubrió que la precisión y los tiempos de respuesta en la prueba de los colores eran más lentos a medida que aumentaban los niveles de PM2,5 y CO2.

En el caso de la prueba aritmética, el estudio descubrió que solo los aumentos de CO2 se asociaban a tiempos de respuesta más lentos.

Sin embargo, a medida que aumentaban las concentraciones de ambos contaminantes, los participantes completaban menos preguntas correctamente en el tiempo asignado.

Ventilación y filtración, dos claves contra las enfermedades

Cada vez son más las investigaciones que demuestran que la contaminación disminuye la función cognitiva.

A pesar de esto, pocos estudios se han centrado en cómo la exposición en interiores y las tasas de ventilación del aire exterior afectan a la cognición.

El investigador José Guillermo Cedeño-Laurent, autor principal del estudio, ha señalado que se trata de una importante área de investigación dado el alto porcentaje de tiempo que algunas personas pasan en interiores.

«Nuestro estudio se suma a la evidencia emergente de que la contaminación del aire tiene un impacto en nuestro cerebro. Es la primera vez que observamos estos efectos a corto plazo entre los adultos», ha expresado el experto.

Con este estudio, la Universidad de Harvard lanza un aviso: estrategias como la mejora de la ventilación y la filtración son fundamentales para frenar la transmisión de enfermedades.

«Nuestra investigación constata que los edificios saludables son fundamentales para la salud pública y la estrategia empresarial en el futuro», sentencia Cedeño-Laurent.

¿Cómo mejorar la calidad del aire en la oficina?

En las oficinas sin ventilación mecánica, se recomienda la ventilación natural: abrir puertas y ventanas con la frecuencia y el tiempo necesario para alcanzar una óptima renovación del aire.

Se recurrirá, si es posible, a la ventilación cruzada mediante la apertura de ventanas y puertas en lados opuestos de la habitación.

No obstante, es frecuente que las oficinas cuenten con sistemas de ventilación mecánica. En tal caso, deben aportar caudal suficiente de aire exterior garantizando la adecuada calidad del aire.

Sin embargo, incluso en estos edificios, es recomendable realizar una ventilación natural con ventanas de forma periódica.

Se deben evitar en todo momento las corrientes de aire cuando no exista aporte de aire del exterior.

Es decir, se debe evitar el uso de cualquier dispositivo que haga recircular el aire interior sin aportación de aire fresco.

Las mediciones de CO2 pueden ser útiles para establecer pautas correctas de ventilación, ya sea mediante ventilación natural, mecánica o híbrida.

Para aquellos locales donde los sistemas existentes no puedan garantizar una renovación de aire adecuada, se puede valorar el uso de unidades portátiles equipadas con filtros de alta eficiencia HEPA.