Un célebre refrán asegura que «el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra».

Pero ni siquiera el más agorero de los pesimistas se hubiera atrevido a predecir que nuestra gestión de la Covid-19 sería tan catastrófica que en un par de años nos veríamos enfrentados a 6 olas diferentes de la pandemia.

Ni siquiera las peores epidemias de peste en la Edad Media alcanzaron semejante récord.

¿Cómo llegamos a semejante situación?

Un manifiesto de científicos lo resume claramente: Quienes no saben (políticos y jueces) deciden las medidas a tomar; quienes saben (científicos) no deciden.

Las complicaciones de un nuevo enemigo

El problema está en que el SARS-CoV-2 es un organismo zoonótico que pasó de un animal al hombre.

Nunca antes nos habíamos enfrentado este virus.

Se trata de un nuevo patógeno que tiene una serie de peculiaridades biológicas que nos resultaban totalmente desconocidas. Y produce una enfermedad, la Covid-19, de la que no existía un solo caso previo.

Ni siquiera los epidemiólogos con más experiencia en otras enfermedades infecciosas podían saber a ciencia cierta cómo podía evolucionar la pandemia de Covid-19.

Por eso, para poder luchar con éxito contra la pandemia, fue necesario que los científicos que trabajan en investigación realizasen una larga serie de descubrimientos sobre la biología del SARS-CoV-2.

Muchos de estos descubrimientos nos permitieron desarrollar vacunas seguras y eficaces, tratamientos hospitalarios más adecuados, adoptar medidas que minimicen el riesgo de contagio y detectar rápidamente a los infectados.

En un futuro relativamente próximo nos permitirán tener vacunas aún mejores, así como fármacos antivirales eficaces. Si no metemos la pata antes.

Las mutaciones no paran si no paran los contagios

Pero al mismo tiempo, algunos de estos descubrimientos han generado una grave preocupación científica.

Por ejemplo, cuando un coronavirus se replica dentro de nuestras células, de vez en cuando se producen errores. Son las mutaciones. Originan cambios en el genoma del SARS-CoV-2.

La mayoría de las mutaciones hacen que el virus funcione peor. Pero algunas de ellas le resultan favorables volviéndolo un poco más infectivo o un poco más hábil para escapar a nuestro sistema inmune.

Con el paso del tiempo ya se han producido bastantes mutaciones que originaron cepas más infecciosas, como es el caso de la variante Delta.

Pero en total ya han aparecido alrededor de 25 nuevas cepas mutantes que resultaron ser significativamente más infecciosas que las anteriores.

Muchas de ellas se expandieron exitosamente por el mundo, hasta que aparecieron otras que todavía tenían más infectividad.

Nada impide que esta tendencia continúe y que más pronto o más tarde aparezcan variantes aún más infectivas que la Delta.

No estamos a salvo de volver a los horribles primeros días

Por el momento solo unas pocas de las mutaciones que han ocurrido en el coronavirus han conseguido disminuir la eficacia de las vacunas.

Es difícil que nuevas mutaciones consigan que las vacunas actuales lleguen a ser totalmente ineficaces. Pero la posibilidad de que en cualquier momento ocurran mutaciones que consigan escapar en gran medida de las vacunas existe.

El problema está en que una nueva cepa de coronavirus con una elevada habilidad para escapar de las vacunas y una capacidad de infección netamente superior a las de las variantes que originaron la primera ola, daría lugar a una situación mucho peor que la del principio de la pandemia.

Volveríamos a los días horribles cuando los cadáveres se acumulaban en lugares como el palacio de hielo de Madrid sin que sus familiares pudiesen velarlos, cuando no se trasladaba al hospital a las personas mayores y cuando los médicos, absolutamente desbordados, se veían obligados a decidir a quien conectar a los respiradores y a quien no.

No podemos olvidar que mientras más infectados existan, más posibilidades hay de que ocurra alguna de estas mutaciones de escape.

Por eso desde la ciencia se insiste tanto en seguir luchando contra el SARS-CoV-2 con todos los métodos a nuestro alcance (vacunar a todo el mundo, mascarillas, distanciamiento social, restricciones a la movilidad…).

Recombinación, mutación… estamos aceptando un riesgo inaceptable

Permitir que haya tantos infectados como hay hoy en día en Europa es un riesgo que no deberíamos aceptar.

Desafortunadamente la aparición de mutaciones no es el único medio por el que el SARS-CoV-2 podría escapar a las vacunas y volverse mucho más infectivo.

Por ejemplo, existen otros coronavirus que infectan a los seres humanos.

Algunos de ellos tienen mucha mayor tasa de mortalidad que el SARS-CoV-2, como el MERS-CoV que causa el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio. Otros son mucho más inocuos, como los diversos coronavirus que causan resfriados.

Si una persona está infectada por ejemplo por un coronavirus del resfriado y se contagia con el SARS-CoV-2 es posible que dentro de una misma célula se repliquen los genomas de ambos coronavirus.

El grave riesgo de la recombinación aumenta en invierno

De ser así podría producirse un proceso de recombinación que mezclaría genes de ambos coronavirus. Entonces aparecería un virus totalmente diferente de ambos ancestros.

En la mayoría de los casos el nuevo virus resultante de esta recombinación será un virus ineficaz. Pero, aunque es poco probable, existe la posibilidad real de que por recombinación se forme un nuevo coronavirus que escape a las vacunas y a la vez resulte extremadamente infectivo.

En este caso ocurriría una catástrofe.

Al igual que el caso anterior, mientras más infectados existan mayor es la probabilidad de que ocurra lo peor, especialmente en las condiciones invernales que se aproximan, justo cuando proliferan los otros coronavirus catarrales.

La recombinación es posible también en animales

Queda otro escenario peligroso. El SARS-CoV-2 demostró ser especialmente hábil para saltar la barrera entre especies. Ha infectado a numerosos animales diferentes. Desde visones a ciervos.

En estos animales el SARS-CoV-2 también puede sufrir mutaciones. Y volver a dar el salto a humanos como una cepa de escape a las vacunas.

Pero aun podía complicarse más este ejemplo. Porque estas especies animales sufren la infección por otros coronavirus. Y también aquí podrían darse fenómenos de recombinación y originar una nueva variante con capacidad de retornar a los humanos siendo altamente infectante y escapando a las vacunas.

Los genomas víricos están en permanente cambio, a menudo con resultados impredecibles.

No vale la pena correr riesgos.

Enfrentémonos al SARS-CoV-2 con todos los medios a nuestro alcance. Es un enemigo formidable.