Ayer se cumplió el primer aniversario de la muerte de Wallace Smith Broecker, el primer científico en acuñar el término «cambio climático». Fue en un artículo que publicó en la revista Science en 1975, en el que hacía referencia a «un calentamiento global pronunciado» en la Tierra.

Hoy, cuarenta y cinco años después de aquella afirmación, los efectos del cambio climático ya se pueden apreciar en muchos fenómenos que se desarrollan a lo largo de todo el planeta, a pesar del esfuerzo que mantienen algunos negacionistas por seguir ocultando una realidad más que visible, a la par que peligrosa.

Sin embargo, todavía hay tiempo para corregir los errores del pasado y evitar una catástrofe todavía mayor, que pudiera provocar un fortísimo impacto negativo sobre la economía mundial, la vida de las personas y las comunidades.

Para ello, las Naciones Unidas han marcado el cambio climático como uno de los focos de actuación en su Agenda 2030 y se han propuesto unas ambiciosas metas para cumplir en este periodo acotado de tiempo.

Medidas conjuntas y urgentes

El cambio climático es un problema a escala mundial, que afecta a todos los países del mundo y a todas las personas, en mayor o menor medida.

Así pues, es necesario hacer frente a este problema a través de actuaciones y políticas comunes, dirigidas y coordinadas por la comunidad internacional.

Uno de los pasos más importantes para la consecución de todos estos objetivos es el «Acuerdo de París» que alzancó la COP21 en noviembre de 2016 y que ratificaron 175 países. Se trata de una hoja de ruta diseñada para reducir emisiones y crear la resiliencia climática que el mundo necesita, con lo que se espera limitar el aumento de la temperatura mundial a menos de 2ºC -las previsiones, en caso de no tomar ninguna medida, superan los 3ºC. Hasta la fecha, 168 países ya han comunicado sus primeras contribuciones determinadas y otros en vías de desarrollo han presentado la primera versión de sus planes nacionales de adaptación.

Por otro lado, las empresas también tienen un papel fundamental y de gran responsabilidad en este asunto, que empieza por eliminar las emisiones de carbono de sus operaciones y cadenas de suministro. Así lo hizo ver la ONU en la Cumbre sobre el Clima que tuvo lugar en Nueva York en 2014 y promovió la «Agenda de Acción por el Clima», una iniciativa que pretendía que los gobiernos, las empresas y la sociedad civil colaborasen en la puesta en marcha de nuevas medidas que premuevan la acción climática.

Previsiones poco halagüeñas

El cambio climático y todas sus catástrofes derivadas son consecuencia directa de la actividad humana y su forma de vida, que están amenazando seriamente el futuro del planeta.

Durante los últimos años se han producido cambios en los patronos climáticos, ha aumentado el nivel del mar, se han encadenado eventos climáticos extremos y se han alcanzado los niveles de gas más elevados de toda la historia -desde 1990, las emiciones de CO2 han aumentado casi un 50 %.

A pesar de ser un problema que afectará a todos los países y personas del mundo, los colectivos máspobres, vulnerables o marginados volverán a ser los más golpeados. En caso de no tomar medidas urgentes para frenar su evolución, el cambio climático anulará los avances logrados hasta el momento en desarrollo y agravará las amenazas actuales a nivel mundial, como la escasez de agua y de alimentos.

La solución, por lo tanto, se debe encontrar en la implantación de una actividad económica sostenible y respetuosa, que genere nuevos puestos de trabajo, mayor prosperidad y mejore la calidad de vida de las personas.