A falta de su inauguración oficial, los «runners» ya han estrenado el circuito que, a lo largo de 5 kilómetros, cruza el Jardín del Turia. La obra, realizada por la Fundación Trinidad Alfonso, supone una oferta para el aficionado a la carrera a pie, la especie que más se ha multiplicado en la fauna ciudadana en los últimos años. Y aunque el lecho del viejo cauce es, desde hace años, el lugar preferido de entrenamiento de los urbanitas, esta pista supone un nuevo incentivo. El apego de la Fundación por la carrera a pie „que simboliza como pocas cosas el concepto de "Cultura del Esfuerzo" que preconizan„ ha significado que una enorme alfombra roja sea el nuevo escenario para ponerse en forma y mejorar marcas. Toda ciudad que se precie y que tenga cultura deportiva debe tener un trazado señalizado para correr.

Hemos hecho la cata completa del circuito y se pueden sacar algunas conclusiones sobre el mismo. Son éstas:

El trazado es muy correcto. Son zonas que los atletas populares han recorrido en numerosas ocasiones, pero se aleja de la zona de tránsito de andarines y ciclistas. La superficie está bien. No «vuelas» ni mejoras tu marca de forma estratosférica, pero sí que da una sensación mejor que la tierra compactada o el adoquinado. Queda como más "profesional".

Como había que construirlo sobre obra hecha, ha quedado un trazado con pequeñas curvas y algún que otro cambio de rasante. Viene bien porque le da variedad y evita las largas rectas que, en un cauce seco, es lo más normal. Eso lo hace menos monótono. Y, una vez probado, te lo aseguro: no se hace largo.

¡No te obsesiones con repetirlo todos los días! Acabarás aburriéndote. De la misma manera que, cuando antes no existía, era conveniente cambiar recorridos (hoy hacia la izquierda, mañana a la derecha, hoy me desvío a Viveros, al otro voy al Parque de Cabecera...). Es una oferta nueva que suma. Nada te impide repetir los trazados de toda la vida.

El relieve es sencillo y se ha tenido el buen gusto de aprovechar las poquísimas rampas que hay en el cauce. A la altura de los campos de rugby se adentra en un fresco bosquecillo y sube unos pocos metros. Eso le da una cierta variedad al recorrido. Tranquilo, que no te va a desbocar las pulsaciones.

El marcado de puntos kilométricos (un hito cada cien metros) está muy bien para marcarte tu propio tiempo. Ahora mismo hay en el cauce tres hitos diferentes, dos de ellos ya en desuso. Viene bien para hacer series y para medir de verdad un Test de Cooper (correr todo lo que puedas durante 12 minutos). Además, es un acierto medir siempre de 1 a 5 kilómetros porque unos corren hacia arriba y otros hacia abajo. Además, para quien tiene el 10K como primera meta, como que da la sensación de que los kilómetros se digieren mejor si cuentas de 1 a 5 que no de 5 a 10. Y otro detalle importante: son hitos de hierro macizo, que se antoja serán resistentes a los cretinos que quieran romperlos.

Estos hitos sí que te permitirán echar mano de la libreta (de papel o electrónica). En los próximos días o semanas (¡cuando no caiga la solana!) cronométrate un mil, un cinco mil y un diez mil y comprueba tus progresos dentro de, por ejemplo, dos meses.

¡Es el paraíso de las series!. Esos endemoniados entrenamientos de velocidad que no quieres ver ni en pintura, pero que hay que hacer sí o sí para mejorar. Ahí puedes hacer de cien metros, de doscientos, de ochocientos o de lo que tengas en el plan de entrenamiento.

Te encontrarás también con dos "carriles de deceleración". Cuando acaba el trazado medido hay doscientos metros en cada extremo que forman un círculo, y que sirven para ir bajando el ritmo y que la "patata" vaya bajando sus pulsaciones. En los dos casos tienes fuentes cerca.

Cerca del Puente de San José hay una zona para hacer ejercicios gimnásticos, similar a la que hay desde hace tiempo junto a la cafetería del Palau de la Música, un poco más alejado del nuevo "tartán". Es un buen complemento a las zancadas.

El circuito tiene plafones que se iluminarán. Me queda la duda de cuánto resistirán. Por lo que sea, este tipo de luces son, por tradición, presa del vandalismo más cerril. La Fundación se ha comprometido a responsabilizarse del mantenimiento. Espero que no les cueste un "pastón".

El único punto peligroso es cuando el circuito cambia de margen y cruza el paseo central, a la altura del Pont de Fusta. Hay que recordar que la prioridad la tienen los que van por el centro. El runner tendrá que mirar a los dos lados y esperar si fuera necesario.

Hay una numerosa señalización cultural de puentes y edificios. Está muy bien como intención... pero es difícil que el corredor le preste atención. Cuando vas echando el hígado... poco te importa San Pío V. Más bien al contrario: puede que algún turista despistado se acerque a leerlo e invada el carril.

Sí que habría que poner señales de prohibido el paso (los círculos blancos con borde rojo de toda la vida) para peatones y ciclistas, que también se dejan ver por la pista roja. Es de esperar que sea cuestión de reeducación (la misma que deberían tener los "runners" para no invadir el carril bici, todo sea dicho). Este trazado es para corredores (o en todo caso, para los que andan normalizando las pulsaciones tras el esfuerzo). Ciclistas y andarines tienen todo el resto del río para ellos.

Por contra, al inicio de cada recorrido, en los kilómetros cero (junto al Palau de la Música y el Puente 9 d'Octubre) hay un panel informativo para "runners" que incluye unas interesantes tablas del Test de Cooper. Con ellas puedes saber cual es tu estado de forma y es un estímulo para mejorar.

Los corredores que marchan en grupo deben extremar la atención y, si viene alguien de frente, ir poniéndose en fila, así como estar atento si por detrás viene alguien más rápido. Este no es un trazado para ir haciendo "pantallitas" mientras se charla alegremente. Eso, en el paseo central.

Es una "pista". Así que, cuando acabes de correr, intenta salir de la misma lo más rápidamente posible para que el resto de corredores sigan su camino. El Jardín del Turia te ofrecerá senderos, césped, fuentes y cualquier otro elemento.

En conclusión: todo lo nuevo suma y si es bueno, mucho mejor. Un estímulo más para practicar el deporte más agradecido, que en Valencia se ha convertido en una auténtica marca de la casa. Ahora sólo falta ponerse las zapatillas.