Mucho después que los atletas kenianos autores del récord de la prueba llegaran a sus hoteles, se ducharan y recibieran el masaje, quedaban cientos de corredores desperdigados esforzándose por acabar. Y entre ellos, los que entraron en el tramo final, al filo o superando las seis horas de maratón. Ahí, el maratón tampoco entiende ni de nacionalidades ni de edades. Atletas de toda condición completaron el recorrido trotando o andando.