Ni la lluvia, ni el frío, ni el calor impidieron que el club Avapace Corre completara un año más su reto de hacer 500 km en 50 carreras ininterrumpidas desde el viernes hasta domingo en un circuito del viejo cauce del río Turia. Un evento deportivo que ya está en el ADN del corredor popular que participa en masa a modo individual o en grupo de empresas, entidades o equipos deportivos.

Durante tres días con sus dos noches los jardines del Turia han visto pasar una y otra vez los carros de Avapace que simbolizan el amor por los hijos, el esfuerzo por su integración, la solidaridad en la ayuda al compañero, el empeño de no cejar en la idea de que un pequeño gesto es una gran noticia, el sufrimiento que torna el cansancio en energía y la certeza de que una hora corriendo compartiendo el carro crea vínculos, quien sabe, si eternos. Y todo ello sin nombrar el motor de la gesta que es la visualización de la parálisis cerebral para que todo el mundo comprenda que la normalidad o inclusión no es más que aceptarnos como somos, compartiendo los mismos espacios y recibiendo los apoyos necesarios para disfrutar del derecho a vivir una vida plena.