El valenciano Javier, de Burjassot, tenía una promesa que cumplir y la cumplió, con dos narices. «A mi hijo Adrián le diagnosticaron una una cardiopatía rara, le operaron en mayo y no sabía como iba a salir. Hice la promesa de que si salía todo bien, correría el maratón. Y aquí estoy, recién cruzado la meta», explicó Javier, emocionado, con una camiseta en la que se podía ver bien grande el rostro del homenajeado. «Él no quería que lo hiciese, pero se me ha hecho más fácil de lo que pensaba. Cuando notaba que se me iba a hacer pesado, pensaba en él y me daba energía», explicaba Javier, que se fundió en un abrazo con su hijo nada más pudo salir de la zona de meta. El chaval, con el resto de la familia, siguió en directo la llegada de su padre muy cerca de la alfombra azul.

Hay cientos de atletas que corren por causas parecidas. Unos por cumplir una promesa. Otros por dedicárselo a familiares que ya no están, pero que se quedan por siempre en el recuerdo. La zona de meta se llenó de lágrimas.