Nueve de la mañana. El sol ya lucía despejado sobre la ciudad de València que se preparaba para uno de sus días grandes. Miles de mujeres acudían a la línea de salida mientras conversaban animadamente a la espera de que se diera el pistoletazo de salida. Sabían que esa no era una carrera más del año, que era especial, que tenía un potente mensaje detrás. Profesionales y aficionadas, jóvenes y mayores, solas o acompañadas ultimaban los detalles para la XV Carrera de la Mujer, una edición que batió récord con más de 17.000 mujeres participando y en la que también se quiso rendir homenaje a la saltadora de longitud valenciana, Concha Montaner.

El recorrido de 6'5 kilómetros, que se estrenaba en esta edición, no convenció a todas las mujeres que, tras más de veinte minutos de prueba, comenzaron a llegar a la meta situada a escasos metros del paseo marítimo de la capital del Turia. María José Cano se hacía con la victoria, pero para la mayoría el tiempo empleado en completar el circuito daba un poco igual. Lo importante era disfrutar y colaborar inmersa en una gran «marea rosa» histórica que vio como sus protagonistas llegaban sonrientes a los metros finales. En el camino no estuvieron solas, sino acompañadas por los gritos de ánimo de aquellos aficionados que se aglutinaron a lo largo y ancho del recorrido.

Cada una culminaba la carrera por una razón, una historia, pero todas compartían la importancia de este día, de mostrar que hay causas por las que hay que ponerse las deportivas como son la lucha contra el cáncer o la violencia machista en todas sus formas, entre otros proyectos y para apoyar la labor de asociaciones como Xarxa, dedicada a las mujeres con discapacidad.

Entre esas historias de aquellas que llegaban a la meta valenciana estaba la de Josefa, una novata en esta prueba que a sus 61 años decidió correrla por primera vez junto a su amiga Vicenta, de 49. Ambas llegaban sonrientes a la línea de meta. Querían participar por ellas mismas, pero también, como explicaba la más joven de las dos, «por una amiga que ha tenido cáncer recientemente, por eso estoy aquí».

Este motivo, el de la lucha contra el cáncer, también era compartido por Inma, Toñi y Gemma, tres mujeres que vinieron a la carrera valenciana desde Madrid. Era su quinta edición y echaron de menos un poco el mar durante el recorrido, pero con lo que sin duda se quedaron era con el apoyo de la gente que estaba «muy comprometida, animando siempre mientras pasábamos». Esta misma sensación, la de sentirse arropadas durante todo el recorrido, era uno de los puntos que más valoraban Delfina, Milagros y Marisa. Estas tres corredoras «de más de 50 años» -como ellas mismas se definían entre risas y con un bagaje variado participando en la marea rosa- ponían «un 12» al ambiente vivido mientras disputaban la prueba, que les sirvió «para colaborar en la causa y pasar un buen rato».

Sin embargo, el esfuerzo durante toda la prueba iba más allá de la edad. Mujeres como Alicia, una habitual en este tipo de carreras, también quiso completar los 6'5 kilómetros de los que se componía el nuevo recorrido, aunque en su caso lo hizo en silla de ruedas. Como explicó calmada minutos después de completar el circuito valenciano, la importancia de estas carreras está en aquello que se defiende y aquí «hay mucho, como la lucha contra el cáncer o los malos tratos».

Pero no solo los mensajes de apoyo iban implícitos en la carrera, sino también en las prendas con la que algunas mujeres terminaron la prueba. Entre una masa homogénea de color rosa característica de esta popular carrera resaltaban otros trajes que tenían un mensaje asociado a la causa. Este fue el caso de Ruth y Marina, dos participantes que optaron por correr vestidas de Blancanieves y la Reina de Corazones. No era el color habitual, pero su intención como recalcaron era dar apoyo a todas aquellas mujeres «que luchan y que no han podido estar» porque ellas son «las auténticas reinas».

La «marea rosa» más grande de la historia de València volvió a mostrar su fuerza en la calle, entre aquellas valientes que quisieron dar apoyo y colaborar en una lucha que unió a nietas, hijas, abuelas, hermanas, sobrinas... bajo una misma bandera, la de pelear en esta Carrera de la Mujer por unas causas sociales que siguen estado presentes día a día.