Todos los trabajadores sabemos que detrás de los anuncios sentimentaloides que quieren hacer creer que la ONCE es un remanso de paz se esconde la cruda realidad de una institución otrora ejemplar en la que se hacen contratos de cuatro horas de noche por 350 euros al mes, contratos a ciegos y discapacitados de tres días (pero con cupones para vender los siete días semanales), contratos junior con una reducción de salario del 30 % durante tres años, etcétera. Cada vez se vacía de carga de trabajo a los distintos departamentos de nuestra institución „ventas, educadores, imprenta almacén...„ con lo que los trabajos se ponen en peligro.

Tenemos casi el mismo número de establecimientos que venden cupones y distintos juegos ONCE que vendedores y todo ese papel ya no pasa por los trabajadores de la organización. A los vendedores nos están machacando las ventas y, por tanto, el sueldo y encima nos dicen que todo esto nos beneficia (hace falta tener cara dura) y menos mal que somos una entidad sin animo de lucro y por ello entre otras cosas la ONCE no paga Seguridad Social por sus trabajadores discapacitados.

Lo más triste de esta realidad es que todos estos desmanes se hacen con el beneplácito del pseudosindicato UTO-UGT, mayoritario en la organización y al que por cierto todos los jefes y jefecillos pertenecen apoyan e incitan e invitan a afiliarse. En febrero se celebrarán elecciones sindicales e inmediatamente después se negociaraá el convenio colectivo. Si UTO consigue un apoyo mayoritario, no habrá negociación, sólo sumisión y bajada de pantalones. Seguro que recibiremos llamadas, visitas e invitaciones a despachos pidiendo el voto sin sonrojarse y echando las culpas de todos los males a CC OO, sin decir que son ellos los que llevan más de veinticinco años copando todos los puestos de responsabilidad. .