¿Qué pecado hemos cometido los interinos para tener que sufrir este trato? Nos cambian de centro todos los años, nos mandan al paro en verano, nos quitan la paga extra. Y, ahora, pretenden que nos presentemos a las oposiciones y, poco menos, que las aprobemos, para seguir manteniendo un puesto de trabajo que, de media, está situado a setenta u ochenta kilómetros de donde vivimos, tirando por lo bajo. Yo, me hago todos los días doscientos kilómetros. Se supone que después de levantarme a las seis de la mañana, meterme tres horas en el coche, dar mis horas lectivas, juntar la comida con la merienda, preparar las clases del día siguiente, corregir exámenes€tengo que preparar unas oposiciones. Y todo ello, con cincuenta años ya cumplidos. Según nuestra consellera, solamente los que aprueben las oposiciones podrán codearse con la élite de la enseñanza, «los mejores», eso sí, sin obtener plaza fija. ¿Si los mejores, según nuestra consellera, están en la enseñanza pública, por qué se trata tan mal a esta? ¿Esta idea, tan peregrina por otra parte, no tendrá más que ver con el ahorro del dinero de los trienios, que con buscar una educación mejor? Lo siento, por ser tan mal pensado. Está claro que nuestros gobernantes buscan lo mejor para nuestros estudiantes, por eso suben la ratio, tardan, un mínimo de quince días, en mandar un sustituto, están promoviendo el amiguismo con los directores para quedarse en los institutos€ Perdón, para finalizar, por estas palabras que nuestros gobernantes no se merecen. Imagino que es cuestión de estado de ánimo. En el fondo, estoy seguro, que la señora Català nos quiere. No somos de usar y tirar.