Soy segorbino de nacimiento, y orgulloso de serlo... casi siempre. Estos días de fiestas he podido comprobar (un año más), el mal uso privativo que se hace de un espacio público. Cualquier persona puede disfrutar de la Entrada, sin más requisito que acudir a ella antes de las dos de la tarde. Cinco minutos después, esa internacionalidad y apertura de la sociedad segorbina se pierde cuando entramos en el recinto taurino, en esa privacidad retrógrada y paleolítica de sus entablaos. Es curioso que la cuota que pagas para acceder al recinto por la tarde, solo te sirve para eso, pues si quieres subir en alto por seguridad o por ver mejor la fiesta, te oirás alguna de estas dos famosas frases: «Aquí solo pueden subir los dueños del entablao o quienes han comprado un asiento», o la otra de «este asiento es mío». Asiento privado, en un espacio público.

El Ayuntamiento, obligado legalmente, ha intentado parchear esta situación poniendo en venta algunos asientos (normalmente los peor situados). Sin éxito. Triste es observar una plaza de madera, hecha a base de remiendos y parches, con unas medidas de seguridad ridículas, a la que ningún partido político ha tenido intención de abordar y dar una solución continua, coherente y segura con el espacio publico en el que se asienta.

Si algún día existe un osado político que lo haga, sepa que se encontrará frente a un grupo de viscerales propietarios, pero con el respaldo del resto de segorbinos. Y es que en Segorbe sólo somos internacionales en la Entrada de Toros y Caballos. ¡Lástima!.