Desde que vivo en el campo sé que las hormigas se pirran por el pescado mucho más que por la carne, que también les encanta. De ahí que, en la cocina, los utensilios para el pescado deben estar muy bien fregados si no se quiere que aparezcan a centenares.

Pero ese descubrimiento no ha sido el único. ¡ A los caracoles les gusta más la comida de los gatos que la hierba ! Desde el césped y a lo largo de las terrazas he observado asombrado como aparecen hileras de caracoles que se desplazan durante siete u ocho metros dispuestos a chupar la comida seca de los gatos. Y no son los únicos a los que les gusta. Los mirlos y algunos otros pajaritos se comían las aceitunas negras caídas del olivo pero, cuando tuve que arrancarlo, descubrieron otras bolitas tan suculentas o más que las aceitunas: la comida para gatos con pollo y arroz. Y eso que se la juegan con el gato al acercarse a su comida, en plena terraza y al descubierto.

Esa extraña relación entre pájaros, comida, y gatos me llevó a presenciar algo insólito: un mirlo desde una rama cercana a la gata, pero a cubierto, la increpaba. Cambiaba de rama y la volvía a increpar. Así estuvo durante un rato y sólo bastante después entendí lo que pasaba: entre el césped alto, disimulado en un remolino, se encontraba el cuerpo sin vida de un pequeño mirlo al que la gata debió matar.

Son animales, pero todos son capaces de sorprendernos, de ser mucho menos predecibles de lo que creemos y de enseñarnos que no somos tan diferentes de ellos. Salvador Ruiz Fargueta. Torrent.