Escribo estas líneas desde la cuarta planta del Hospital Clínico de Valencia. A mi lado está mi madre en cama, en estado crítico después de la serie de operaciones que hace un mes le hicieron. Aunque es urgente que se le haga rehabilitación, los recursos del hospital no cubren más que una visita diaria, dicen que hay una logopeda pero no la conocemos aún, y el trabajador social vino después de múltiples quejas por la falta de recursos. Lo que no entiendo ni acepto es que mi madre necesite moverse pero no pueda ni salir de la habitación porque necesita respiración asistida, porque a su vez no va el aire acondicionado. ¿Tendrá la consellera, que ahora se llama de Sanidad Universal y Salud Pública, aire acondicionado en su despacho? ¿Y el ministro de Sanidad? Lo digo porque no creo que lo necesiten más que mi madre.

Soy profesor de Secundaria y recuerdo la revuelta en las aulas este inicio de curso por la falta de recursos y condiciones en las aulas valencianas. Será necesario que trabajadores de la sanidad, personas enfermas y sus familiares nos rebelemos ante la incapacidad de la Administración en resolver este tipo de casos; si no, nuestro silencio será cómplice. Cualquier persona decente entenderá nuestro enfado y nuestra revuelta cuando está en juego la salud o la vida de un familiar. Pau Díaz. Valencia.