Añoro aquellos tiempos en los que Valencia era una de las mejores ciudades del mundo, la Comunitat Valenciana era la locomotora de la economía y Rita Barberá, en defensa de los oprimidos, se enfrentaba al malvado Zapatero y era proclamada alcaldesa de España. Añoro aquellas mayorías absolutas, con las que el ciudadano premiaba la corrupción y el despilfarro, que daban estabilidad política, sometían a la democracia y mantenían a raya a rojos y catalanistas. Añoro aquellos dirigentes que como buenos amantes y defensores de la familia, daban cargos a todos sus miembros. Añoro aquellos medios, la voz de su amo, que controlaban los contenidos de la información, mentían, manipulaban y prohibían el acceso a los mismos a la oposición porque había que trasmitir al ciudadano la única verdad absoluta, la de sus jefes. Añoro el nacionalcatolicismo que asesoraba espiritualmente y llevaba bajo palio a los políticos del momento. Añoro, en definitiva, aquellos tiempos felices de cartón-piedra que no sabemos si volverán; de momento, sus creadores están en la oposición, pero eso sí, al acecho. Luis Carlos Rada Álvarez. Valencia.