Después del debate a cuatro a uno le queda la sensación de que no hay más pluralidad, lo de la muerte del bipartidismo era más un deseo que una realidad. Lo que hay es un reajuste de partidos, líderes y bases (hazme sitio ) un fraccionamiento de posturas monolíticas ( donde comen dos, comen cuatro ). Lo que sí ha quedado claro es que solo habrá pelea para ocupar la parte alícuota en cada uno de los dos pesebres. Se acabaron los discursos que aspiraban a explicar y solucionar los problemas de la mayoría, ahora se fraccionan las propuestas y se dirigen solo al votante/cliente potencial o a los irredentos o a los acólitos, la otra España es cosa de los otros. Cada uno de los debatientes se dirigió a los suyos bajo la filosofía de la frase de Unamuno «vencer y no convencer» porque lo de convencer requiere convicción y de eso van muy escasos. Los gurús del marketing electoral deben haber asimilado la idea de que hasta los indecisos tienen acomodo natural en una de las dos Españas, o de que el espíritu crítico en este país es como la justicia, la igualdad o la libertad, un mito más. Eduardo Gómez García. Valencia.