George Orwell escribió hace casi setenta años «1984», basada en hechos reales de su época, que son los mismos males que nos aquejan en la actualidad. En ella nos describe cómo el partido deseaba separar a los hijos de sus padres nada más nacer y así inculcarles sus ideales políticos y evitar que el influjo de la familia malograse al ciudadano progresista del mañana. Y ahí tenemos hoy a esos nuevos progresistas que prefieren la tribu a la familia y que ponen en un mismo plano la dignidad del ser humano y la de cualquier animal irracional.

Como si de un virus se tratase, este pensamiento erróneo se está expandiendo y contagia a personas e instituciones que deberían defender justo lo contrario. Como Isabel Lobo y Bárbara Archilla, que en su programa La Noche de la COPE hacen valer su escasa formación y la ensalada tropical ideológica que se cenan. No sé si será por el apellido de una de ellas, pero defendieron a capa y espada la decisión de esos padres que desean que su hijo se llame Lobo. Ignoran que este niño no podrá recibir el bautismo si sus padres no añaden un nombre cristiano al del fiero animal. Ignoran que toda persona creyente celebra el día de su santo, cosa que no podrá hacer ese pobre niños y que los cristianos rezamos y nos encomendamos al santo que nos prestó su nombre. Jesús Asensi Vendrell. Algemesí.