En plena canícula, los españoles hemos alcanzado el grado máximo de hastío político al margen de los grados centígrados que nos están coloreando. España es una nación sin políticos de relieve, todos ellos son unos palmeros de sus jefes, y ningún jerarca sirve, pero nadie se mueve de su sillón, por aquello de que «el que se va a Sevilla, pierde su silla».

Y, al final del verano, Rajoy que cuando más roban los de su partido, y él más los protege, más incrementa los votos, sencillamente no se presentará a la investidura e iremos a unas terceras votaciones, en las cuales veremos cuántas ausencias se producen y cuántos votos atraviesan las ranuras de las llamadas urnas de la alegórica democracia podrida hasta las trancas en la que han convertido a España.

No soy nadie, salvo muy español y muy valenciano, y, sin embargo, el sonrojo y el miedo por no volver a ver ciertas cosas me abruman. José Pardo Ferrer. Chiva.