Hay personas mágicas a quienes en un momento se les quebró una de sus alas de ángel y abatidas dejaron de luchar, desplegando sus débiles y rotas alas hacia la parada llamada Kaos. En éste último vuelo unos optan por consumir estupefacientes, otros alcohol, otros se encierran en sí mismos pensando que la soledad es su mejor compañía y otros inventan amigos imaginarios porque necesitan creer que en su viaje no están solos.

Ante estas situaciones algunas personas deciden decir adiós en la estación y otras subir en el mismo tren, pero en otro vagón, el del sentido común y acompañarlos en su viaje hasta el final. Yo opté por la segunda opción. El viaje fue kafkiano. Abandoné mi vagón muchas veces para visitarlo en el suyo. La conversaciones eran monólogos; los consejos, inútiles; y los intentos, en vano. Al ángel le acompañaba la autodestrucción, a mi la cordura, la perseverancia y el amor. Pero el tren ya había entrado en un túnel sin fin.

Con calma, serenidad y cierta astucia le convencí para bajar y descansar de nuestro viaje en una estación de vacaciones maravillosa llamada Hospital Lluís Alcanyís de Xàtiva. Llegamos el 15 de julio a Urgencias y nos abrió las puertas un magnífico equipo de profesionales y especialistas de una excelente calidad humana. Si en estos casos la profesionalidad es importante, la sensibilidad, más. De ambas cosas tuvimos más de lo que nunca hubiera imaginado.

De Urgencias nos derivaron a la quinta planta, dónde tuvimos la grandisima suerte de caer en las manos de los profesionales dirigidos por la doctora Elena Lluch de Medicina Interna. Las heridas que sufren personas así son más profundas que las evidentes y superficiales, por eso una vez terminadas las primeras curas nos derivaron a la Unidad de Psiquiatría. En ella custodian a los ángeles Alfonso Pedrós y Elena Díaz, junto con un fabuloso equipo que cura las heridas del alma, tanto de los pacientes como de sus familiares y amigos. Allí les dan calma, paz, ternura, hábitos y atenciones que habían olvidado. Diagnósticos y tratamientos que ayudan a que las frustraciones e incomprensión se conviertan en ternura y esperanza y afloren sentimientos que desconocíamos tener. Allí ayudan a recuperar la armonía y un nuevo sentido de la vida, y en última instancia a reencontrar a esa persona mágica cuya magia te tocó para siempre.

España puede tener algunas carencias, pero calidad humana y profesionales como los de aquí no hay en otro país. Años anteriores pasé mis vacaciones en lugares lejanos, sorprendentes y encantadores, sin saber que tenía tan cerca de mi el rincón de los milagros, el paraíso, el hospital Lluís Alcanyís de Xàtiva que deja en mí maravillosos recuerdos imborrables y una nueva oportunidad para ser feliz. Muchas gracias a todos. Esther Tauroni. Xàtiva.