En Valencia no es progresismo todo lo que reluce, pues las sombras siguen pululando por algunos colegios con la connivencia de las autoridades educativas y de las editoriales. Hay asociaciones de madres y de padres (las llamadas Ampas) que se encargan de la compra y venta de los libros de texto que van a utilizar sus hijos. Acuerdan con las editoriales unos descuentos que ni las distribuidoras tienen; dígase un 40 % más incentivos materiales como pizarras, proyectores... y un margen de devolución sin límite. Las librerías sólo pueden devolver el 12 % de los libros de texto que han pedido.

Hasta ahí, como bien dirían los progresistas, no hay problema alguno, sino un saber aprovechar las oportunidades que las circunstancias les brindan. Pero resulta que algunas de esas Ampas no están dadas de alta para comerciar con libros y son las propias editoriales las que emiten las facturas que darán a las familias para que éstas puedan cobrar las ayudas económicas que los ayuntamientos y la propia Conselleria de Educación ofrecen por la compra de libros. Se trata de una jugada perfecta „para ellos, claro„ que deja en la marginalidad y al borde de la ruina a muchos libreros. Un paso más encaminado al cierre de las pequeñas librerías, que poco pueden hacer para evitar esta ilegalidad si son las propias editoriales, colegios y autoridades los que la promueven y permiten. ¿No creen? Jesús Asensi Vendrell. Algemesí.