Cuando terminan las tardes de este calor primaveral y los comercios echan sus cierres ,un panorama desolador y triste se queda en Valencia para los paseantes que quieren acceder al exterior de los monumentos con los guías nocturnos, o ir a la multitud de restaurantes que les esperan. Y es un espectáculo lamentable el que se aprecia en multitud de paredes, puertas, cierres metálicos o terrazas, donde aparecen pintarrajeados y con gran suciedad dibujos o trazos de colores o en blanco y negro,sin sentido. A veces también podemos leer escritos en zócalos frases como: «Con la dictadura nos mataban,y ahora no nos dejan vivir» o también «su riqueza es nuestra pobreza».

Un sinnúmero de mamarrachadas pictóricas llenan la ciudad sin que nadie haga nada al respecto. También he recordado que nos sorprendió a todos en su día una opinión de un juez que llegó a tachar de arte estas sinrazones surrealistas y ensuciadoras. Y he pensado que quizás no hubiese opinado igual si esos amigos del spray hubiesen dejado su casa hecha unos zorros. Vivir para ver. Francisco Javier Sotés Gil. València.