Estos días hemos podido conocer una noticia preocupante referida a la sequía en la Comunidad Valenciana. Los pantanos de la cuenca del Júcar se encuentran al 30% de su capacidad y los del Segura, aún menos, al 25% pues, aunque ha llovido por encima de la media, lo ha hecho en la costa y no en las cabeceras de los ríos.

Hoy en día cosechas y muchos municipios están siendo abastecidos con las aguas subterráneas alojadas en los acuíferos que están cada vez en peor situación. Está claro que tenemos un problema que puede acabar afectando a los ciudadanos con restricciones, más o menos severas, en el uso y consumo de agua.

Aparte de desarrollar campañas de sensibilización hacia este problema en la sociedad, ha llegado el momento de dirigir los esfuerzos de investigación, inversión y desarrollo tecnológico hacia aquellas medidas que puedan hacer mejorar esta situación. La reutilización de aguas residuales, mejora de la eficacia de las canalizaciones y las depuradoras de agua de mar así como grandes inversiones para llevar agua de zonas excedentarias a otras deficitarias, debería ser una prioridad.

He leído que los expertos opinan que a nivel mundial la escasez de agua potable puede provocar en un futuro próximo nuevos conflictos armados que serán más intensos que los desatados para controlar los recursos energéticos. Aún estamos a tiempo. Ojalá sepamos afrontar este desafío con visión, decisión y generosidad.