Me gusta la Comunidad Valenciana. En serio. Nací en Betxí, un pequeño pueblo de Castelló, y hasta hace pocos años, había salido lo justo. Por circunstancias laborales, últimamente estoy recorriéndola de arriba abajo; haciendo noches la mayor parte de las salidas (sobre todo si voy por el sur); y la verdad, he quedado fascinado. La provincia de Alicante tiene pueblos maravillosos que la mayoría de la gente de mi zona no conoce ni de oídas; en València quedé enamorado de Chulilla y el gótico de la propia capital, por no hablar ya en Castelló de Morella, Villafamés o, el Salto de la Novia de Navajas.

Las playas de toda nuestra costa tienen muy poco que envidiarle a las del resto de España. La verdadera lástima es que la paella, algo verdaderamente identitario de nuestra cultura, se haya extrapolado a toda la nación; de manera que un sueco, por ejemplo, pueda pedir una paella en Cádiz pensando que está comiendo algo típico de la zona. También contamos con algo tan nuestro como el valenciano, nuestro idioma, por mucho que algunos se empeñen en que solo somos una parte dels Països Catalans. Creo, sinceramente, que contamos con muchos valores positivos que, por desgracia, no usamos para distinguirnos y crear una identidad que nos englobe a todos.