Sumidos en este mundo de deshumanización y aceptación de valores del siglo XVI, nos olvidamos de que al consumir ciertos productos y servicios estamos aceptando y ensalzando la ética y las formas de la empresa que lo realiza. Digo deshumanizados porque nos hemos acostumbrado a ver como normal ciertos aspectos con los que nos bombardea la publicidad. Es súmamente fácil encontrarse campañas donde la mujer es un reclamo objetivizado. Tenemos más poder del que creemos, así que animo a ser un poquito más conscientes a la hora de elegir qué consumimos.