Quim Torra, como era de esperar, se acoge a cualquier evento para hacer la misma publicidad que su mentor Carles Puigdemont y no pierde el tiempo insultando a España y diciendo falsedades, como que existen presos políticos y represión del Estado español. Cuando el embajador en Washinton, Pedro Morenés, le ha rebatido con verdades su insolencia y arrogancia, Torra, como un niño malcriado, se ha marchado con sus correligionarios fuera del lugar donde había hecho su discurso independentista,y encima se irroga prepotencia, pues siendo solo un presidente autonómico cree que un embajador del Gobierno español dice sentirse ofendido por su cargo y por que le han rebatido sus farsantes mentiras. Menos mal que el Gobierno socialista en pleno le ha dado la razón a Morenés. Francisco Javier Sotés Gil. València