En verano de 2017 algunas comunidades autónomas se veían obligadas a imponer algunas restricciones por falta de agua debido al calor y la sequía. Diversas localidades, sufrían cortes de agua por la noche y otras tenían que ser abastecidas con agua embotellada. Esta situación trajo graves consecuencias como la falta de agua para regar los cultivos, o simplemente la imposibilidad de realizar tareas cotidianas, lo que conllevó a consecuencias aún peores. El año 2017, se cerraba como el peor para los embalses en lo que llevamos de siglo.

Visto lo visto, creo que deberíamos reflexionar acerca de esto, ya que se han alcanzado unos límites muy graves, pero lo más grave de todo es que esta situación la hemos creado nosotros. Desde hace unos años, ya no miramos por el bien de medio ambiente sino simplemente por nuestro bien. La polución o la sequía son desastres naturales que hemos ido fomentando con el paso del tiempo, y la verdad, se ha alcanzado un punto donde las consecuencias empiezan a ser de gravedad, pero no cambiamos nuestra forma de actuar y si no frenamos esto a tiempo, llegará un punto donde no haya vuelta atrás. Paula Roig Carballo. València.