Ya que Pablo Casado, en su discurso como nuevo presidente del PP, tuvo la desfachatez de citar (mal) a don Antonio Machado, me permitiré recordarle (bien) otros versos del poeta que quizá no le gusten tanto. Empezaré por aclarar que en realidad ni siquiera lo citó: se limitó a usar su nombre en vano, uniéndolo al de Adolfo Suárez, junior, en un intento desesperado de buscar avales de progresismo. Para que no haya dudas, copio literalmente del documento oficial colgado por el PP: «vuelvo a tomar los versos de Machado, querido Adolfo, cuando decía que, precisamente a ese españolito que cantaba el poeta, ni está el ayer ni el mañana escrito».

Pues, querido Pablo, quizá el mañana no, pero el ayer sí está perfectamente escrito y documentado. Incluso grabado en una lápida del cementerio de Colliure, donde don Antonio acabó su camino, al andar empujado por los predecesores de Casado, los que todavía no han condenado aquel golpe de Estado que le obligó a cruzar la frontera con Francia el 27 de enero de 1939. Es sobrecogedor leer cómo lo profetizó él mismo treinta años antes: «murió el poeta lejos del hogar/lo cubre el polvo de un país vecino/al alejarse lo vieron llorar».Pero a lo que iba. Si a Casado le gusta Machado, podría leer, para entretener la espera mientras lo llaman a declarar por su máster, aquella otra profecía de don Antonio, en el poema El mañana efímero. Esa que dice «el vano ayer engendrará un mañana/ vacío y ¡por ventura! pasajero./Será un joven lechuzo y tarambana,/un sayón con hechuras de bolero». Descanse en paz. Don Antonio, digo. José M. Alcañiz. Valencia.