Entiendo perfectamente que haya que cumplir un mínimo de corrección a la hora de elegir nuestra ropa para ir a clase: no vamos a la playa, por lo que comprendo que no nos dejen llevar pantalones o tops cortos que casi que se acerquen más a bikinis que a ropa de calle. Pero todo tiene un límite, y aquí se encuentra en que, en mi instituto, ni siquiera se nos permita llevar pantalones cortos normales cuando se acerca el verano y estamos a 35 ºC o más a la sombra. Eso sí: esta norma sólo se aplica a las mujeres, a las que tampoco nos dejan llevar faldas (sí, ya no «minifaldas», sino faldas por encima de la rodilla) ni vestidos.

Hace poco mi tutora le llamó la atención a una amiga mía porque su vestido era «demasiado corto», dejando ver pierna «de más». En cambio, a los pocos chicos de clase (todos llevaban pantalones exactamente iguales o más cortos que el vestido de mi amiga), ni «mu». Y no sé de las demás, pero yo no quiero volver a llegar a casa en verano con las piernas cubiertas de ronchas y rozaduras causadas por el calor de la tela.