El ser humano nace sin prejuicios pero siempre quien los crea para confundir a la gente o, directamente, para enfrentarla. Un discurso en ocasiones rancio, caduco, pero siempre peligroso que en el último siglo nos ha llevado a graves conflictos; por lo que también es un punto de vista de memoria flaca y selectiva.

Un mensaje que estos días estamos escuchando demasiado en este país y que Casado y Rivera están alentando; lo que está provocando ciertos momentos de tensión, de roces -incluso alguna agresión- entre pequeños grupos de personas. ¡Qué más da si son lazos amarillos o banderas de España! El problema surge de la interpretación que demos a esos símbolos. Personalmente solo veo, en ambos casos, un ejercicio de libertad de expresión que muestra diferentes sensibilidades.

Resulta de Perogrullo decir que los políticos están para solucionar los problemas de la gente, no para crearlos; pero dadas las circunstancias, se hace imperativo recordarlo. Porque, aunque no es la primera -ni el único-, la imagen que hemos visto de Rivera quitando los lazos es cualquier cosa menos integradora. Genera tensión, es antidemocrática y totalmente irresponsable. Asimismo, resulta patético y surrealista convocar a los medios a ese acto totalitario en el convencimiento de que así arañará unos pocos votos. Exijo, pues a los Sres. Rivera y Casado que dejen de sembrar la semilla de la discordia; los españoles y los catalanes no nos lo merecemos.