Desde luego, provoca asco y rechazo ver y oír como hay quienes tratan la sensible y delicada cuestión de la memoria histórica, de tal forma que con sus manifestaciones y comentarios desafortunados dañan el honor y hieren los corazones de una gran parte de la población española. Una gran parte que sólo quienes lo sufrieron en sus carnes y padecieron las consecuencias del desprecio para sí y para con su familia están en disposición, porque sólo ellos tienen la legitimidad de hacerlo, de hablar, de pedir que se restituya ese honor robado, esa dignidad arrancada, porque el daño, el brutal y horrendo daño, tanto crimen sin respuesta, sin el más mínimo sentido, ya es historia; esa historia que quienes carecen del más mínimo sentido del respeto (léase un claro ejemplo: Pablo Casado, entre otros muchos con idéntica ausencia de dignidad) y consideración al otro, niegan, sin ruborizarse ante tanta mezquindad como muestran en sus declaraciones e intervenciones públicas. Antonio Giménez López. Torrent.